"Rica, pero letal": lo que no te dicen de la comida de baja calidad

Una dieta basada en comida de baja calidad pasa factura al cuerpo y a la mente.

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Comida chatarra
Comida chatarraFuente: Shutterstock

La comida de baja calidad, aunque tentadora y accesible, representa uno de los mayores riesgos para la salud pública actual. Este tipo de alimentos se caracteriza por ser altamente procesado, con exceso de grasas saturadas, azúcares añadidos y sodio, pero escaso en nutrientes esenciales como vitaminas, minerales y fibra. Lo preocupante es su consumo diario, normalizado en muchas dietas modernas.

Su sabor y bajo costo suelen ser atractivos, pero detrás se esconden consecuencias graves. El exceso calórico sin valor nutricional genera un desbalance en el organismo, lo que facilita el aumento de peso y, con ello, la obesidad, un problema que afecta a millones de personas en todo el mundo.

El cuerpo se resiente... y la mente también

La salud cardiovascular es una de las primeras en resentirse. El exceso de sal, grasas malas y azúcares altera la presión arterial y los niveles de colesterol, elevando el riesgo de infartos y enfermedades cardíacas. Además, la carga glucémica de estos alimentos puede detonar diabetes tipo 2, sobre todo cuando se consume de manera constante desde edades tempranas.

Por otro lado, no hay que subestimar el impacto de una mala alimentación en la salud mental. Estudios recientes vinculan el consumo excesivo de comida chatarra con mayores niveles de ansiedad y depresión. Una dieta sin nutrientes esenciales afecta la química cerebral, reduciendo la capacidad del cuerpo para gestionar el estrés y las emociones.

¿Qué alimentos evitar?

Los ejemplos más comunes de comida de baja calidad incluyen hamburguesas y papas fritas de cadenas de comida rápida, bebidas azucaradas, snacks empacados como galletas, papas de bolsa y alimentos ultraprocesados con grasas trans. Estos productos no solo perjudican el sistema digestivo, provocando estreñimiento y disbiosis intestinal, sino que también dificultan la absorción de nutrientes cuando son consumidos en exceso.

Optar por alternativas naturales, frescas y balanceadas puede marcar una gran diferencia. Aunque el cambio puede ser desafiante, cuidar lo que se come es una inversión directa en salud y bienestar a largo plazo.

SOBRE EL AUTOR:

Médico cirujano y Magíster en Medicina Natural por la Sociedad Española de Medicina Holística. Miembro de la Sociedad Peruana de Hipertensión. Fundador del Instituto Bien de Salud

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