Adiós a Telefónica: las filiales de Latinoamérica que ya fueron vendidas y cambiaron de dueño
El gigante español de las telecomunicaciones acelera su retirada de Hispanoamérica, desprendiéndose de operaciones históricas en tres países importantes de Latinoamérica.
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Telefónica, el otrora titán español de las telecomunicaciones, ha comenzado a desprenderse de su vasto imperio en Hispanoamérica, una región que antaño representó el corazón de su expansión. La empresa decidió reimaginar su presencia internacional desde 2019, cuando anunció su intención de reducir participación en países con alta volatilidad, como parte de un proceso que buscaba enfocar recursos en mercados de mayor escala y rentabilidad como España, Alemania, Reino Unido y Brasil. Así, esta retirada no es meramente una estrategia de reducción, sino un movimiento orquestado con la intención de sobrevivir en un laberinto de cambios globales.

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Telefónica, la gigante española se va de varios países
En febrero de 2025, Telefónica vendió el 99,9% de su filial en Argentina a Telecom Argentina por 1.245 millones de dólares. Esta decisión se gestó en un contexto económico adverso: inflación desbordada, crisis política y una moneda en caída libre. La venta, sin embargo, desató un vendaval regulatorio, ya que podría consolidar un virtual duopolio junto a Claro. El gobierno de Javier Milei —que ha hecho de las privatizaciones y reordenamiento del Estado su bandera— suspendió la operación de forma temporal, señalando un posible atentado contra la libre competencia. Así, Argentina se convierte en un mosaico de intereses entretejidos entre política, economía y corporaciones.
Colombia fue el siguiente tablero donde Telefónica movió ficha. En marzo de 2025, vendió el 67,5% de Movistar Colombia al grupo Millicom (Tigo), con la intención de fusionar operaciones y enfrentar juntos al dominante Claro. Con cerca del 41% del mercado móvil en sus manos combinadas, este matrimonio empresarial se perfila como una jugada estratégica en un tablero que hasta ahora parecía controlado por un solo jugador. Aunque aún pendiente de aprobación estatal, el movimiento ha sido visto como un paso que podría revitalizar la competencia y acelerar la conectividad en un país que anhela infraestructura digital más robusta y equitativa.

Quizá el episodio más simbólicamente doloroso ocurrió en Perú. Telefónica del Perú, acosada por una deuda que rozaba los 1.200 millones de euros y múltiples disputas fiscales, se acogió a concurso preventivo y fue vendida por apenas 900.000 euros al fondo argentino Integra Tec. Esta transacción, más que un negocio, fue una tabla de salvación para una compañía sumida en el abismo financiero. Integra Tec ahora debe reimaginar Movistar Perú, navegando un mar tormentoso de pasivos y reconstruyendo confianza sin perder los 13 millones de clientes que aún dependen del servicio. En este verdant y complicado terreno, se abre un capítulo intrigante sobre la capacidad de resiliencia empresarial.
El impacto regional de estas ventas orquesta una sinfonía de escenarios contrastantes. En Argentina, se teme una peligrosa concentración de mercado. En Colombia, se celebra la posible ruptura del monopolio de Claro. En Perú, se respira un cierto alivio al evitar el colapso de servicios esenciales. Este caleidoscópico panorama exige atención de los reguladores, quienes deben balancear libertad de mercado con el bienestar del usuario. Telefónica, mientras tanto, se sacude el polvo de los escombros financieros para centrarse en lo esencial: la rentabilidad en mercados estables.

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El futuro inmediato de Telefónica en la región aún guarda aristas enigmáticas. Se habla de su posible salida de México, Uruguay e incluso Chile. Cada paso, cada venta, cada nuevo nombre que adquiera una filial que alguna vez llevó la bandera azul de Movistar, representa una pieza más en esta vasta y cambiante tapestry empresarial. No es un adiós impulsivo, sino un proceso meditado, que busca que la compañía trascienda su laberinto actual para volver a emerger con estructuras más livianas y adaptadas a la era digital.
Así, mientras algunos ven una retirada nostálgica, otros interpretan este viraje como una travesía necesaria. Telefónica, lejos de extinguirse, podría estar renaciendo. Quizá, en este proceso de desprendimiento, se prepara para reinsertarse en el mapa con nuevas reglas, más ágiles, más digitales, más humanas. Las piezas ya se han movido; el juego, ciertamente, continúa.
Periodista especializado en temas policiales y políticos. Graduado de la Universinad Nacional Federico Villarreal. Redactor y coordinador en El Popular. Interesado en temas policiales, política y actualidad.