Con la edad, el organismo experimenta diversas modificaciones físicas, fisiológicas y psicosociales que hacen que nuestras necesidades nutricionales varíen. Estos cambios son falta de masa muscular y ósea, pérdida de piezas dentales, disminución de la actividad física, falta de apetito y también influyen los factores psicológicos.
Tomando en cuenta lo mencionado, la dieta de las personas de edad avanzada debería aportar suficiente energía como para asegurar las necesidades de cada persona, no muy calórica ni rica en grasas, con esto evitaremos el aumento de peso y el exceso de colesterol. Debería aportar también suficientes proteínas y ser una dieta variada para garantizar el placer con la alimentación.
La dieta del adulto mayor debería contener dos piezas de frutas al día, dos raciones de verdura al día que acompañen el plato del almuerzo y el de la cena, de preferencia verduras cocidas. Entre las grasas, las mejores son la palta y el aceite de oliva, el yogur y el queso de cabra.
Tres veces por semana avena, cebada, centeno, quinua, trigo integral y el arroz integral. Unas tres veces por semana coma legumbres como lentejas y garbanzos.
Para mantenerse hidratado, beba agua y bebidas sin cafeína y coma alimentos con alto contenido de agua (como sopas, pepinos, uvas y melones) a menos que su médico le indique lo contrario.
Ahora que sabes qué hacer, puedes realizar los cambios necesarios en tu dieta y un compromiso real con la salud de tu persona mayor. Está bien comenzar gradualmente: cambiar la comida chatarra por opciones más saludables es un buen primer paso. Pero trate de hacer cambios todos los días que lo acerquen a su objetivo de una dieta y una vida saludables.
A esa edad es muy importante suplementarse con vitamina D, magnesio y vitaminas del grupo B.
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