Por: Zoraida Peña H.
“La depresión es parte de la vida humana. Nos deprimimos cuando perdemos a un ser querido. También cuando nos ilusionamos con algún proyecto y, lastimosamente, se ve interrumpido por factores que están más allá de nuestro control”, explica el psicólogo y psicoterapeuta Gino Cavani.
Para el especialista, la depresión no necesariamente formaría parte del ciclo natural del envejecimiento, ya que influyen otras aristas de su vida y relaciones.
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“Esto depende de la historia de los apegos de la persona. A pesar de que el adulto mayor o de la tercera edad está en la fase de la culminación de la vida, es la sabiduría de este, la experiencia y la forma como afrontó las distintas etapas de su vida, lo que le servirá para mirar la muerte sin angustia ni depresión”, señala.
“Cambio en el estado de ánimo y en las relaciones con las personas significativas. Yo le preguntaría a la persona qué lo deprime. Busquemos en el contexto relacional la función del síntoma depresivo de la persona en cuestión, para entender y comprender”, indica el Dr. Cavani.
Tal como explica el Dr. Gino Cavani, en la última etapa de la vida los adultos mayores intentan mantener esa integridad que vivieron la mayor parte de su vida frente a la desesperación que les causa el envejecer.
“En la delicada adultez tardía, o madurez, la tarea primordial es lograr una integridad con un mínimo de desesperanza. El distanciamiento social (autoimpuesto) es el primer síntoma de esta desesperación”, refirió.
“Desde un sentimiento de inutilidad biológica, debido a que el cuerpo ya no responde como antes, junto a las enfermedades aparecen las preocupaciones relativas a la muerte. Los amigos mueren, los familiares también, y ello contribuye a la aparición de un sentimiento de desesperanza”, agregó.
“Desde la familia, algún miembro de esta tendrá que ‘romper’ el circuito de revictimización del anciano. La depresión podría significar, metafóricamente, la búsqueda de un cambio en los demás miembros de la familia y a la vez un ‘rechazo’ al acercamiento de ellos. Es decir, la depresión del anciano o anciana es paradojal: acérquense, pero no se acerquen”, explicó Cavani.
“Desde el punto de vista profesional hay que primero comprender, entender e hipotetizar cuál es la función de la depresión en la vida del anciano o anciana. Entender el síntoma depresivo en relación a la vida relacional actual y a la historia previa de esta persona es parte de la ayuda terapéutica”, manifestó el psicólogo.
Periodista, bachiller en Ciencias de la Comunicación de la Universidad San Martín de Porres. Desarrollo temas de Educación financiera como: emprendimiento, economía del hogar y ahorro; asimismo, temas de salud, nutrición y psicología.