Rivadeneyra recuerda sus inicios y lo que hizo para llegar a Alianza: “Preferí el fútbol que ser militar”

Por Víctor Arrunátegui Acosta

Aldair Rivadeneyra del Villar tiene 25 años, pero parece que no los tuviera, pues posee experiencia de haber atajado ya en varios de Primera (Juan Aurich, San Martín, Alianza Atlético, Municipal) y ahora le lucha el puesto a Leao Butrón en Alianza Lima.

Su padre era del Ejército y tenía todas las facilidades para seguir sus pasos, pero él prefirió el fútbol.

¿Cómo fueron tus inicios?

Empecé a jugar con los compañeros de colegio y de barrio. Nos íbamos a jugar fulbito de loza con nuestras zapatillas Tigre y le sacábamos el ancho.

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¿De qué barrio eras?

En esa época vivía en Mariano Melgar, en Arequipa.

¿Cuál era tu posición?

Cuando el marcador iba 0-0 me ponía de arquero, pero cuando íbamos ganando jugaba de delantero y marcador, ahí me divertía algo.

¿Saliste de una academia?

Un amigo del barrio me dijo para ir a una academia que era Cristal de Arequipa, filial del Esther Grande de Bentín. Estaba el profesor ‘Huevo’ Oviedo (ex arquero de Melgar), quien vio en mí condiciones para el arco por mi talla.

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¿Qué recuerdos al respecto?

Mi inicio fue con Gustavo Dulanto, crecimos juntos a pesar de ser una categoría menor que yo, su papá Pocho Dulanto estaba en Melgar.

¿Y cuándo se da la posibilidad de venir a Lima?

Empecé a ir a las participaciones federativas y llego al Esther Grande de Bentín de Lima, donde comienzo a formarme para ser profesional.

Compañero de tapia

¿Quiénes eran tus compañeros?

Alejandro Duarte que está en México, Bryan Arana (ex Ayacucho), Pier Larrauri y Renato Tapia.

Tu partida al Aurich fue sorpresiva.

Tras un partido de práctica, en Lurín, ante la reserva del Juan Aurich, surgió el interés. Dudé en ir a Chiclayo porque el EGB no tenía equipo en profesional, que era mi sueño. Pasé a la reserva del Aurich (2012-2013) antes de llegar al primer equipo.

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¿Qué recuerdas de esa etapa?

Grandes recuerdos, estuve con el profesor Umaña y conocí a grandes amigos como Aldair Salazar, que está conmigo en Alianza. Con Italo Regalado y Josué Estrada vivimos juntos en una casa-hogar, donde nos atendía la señora Lupe, que nos cocinaba y cuidaba, era bien estricta.

¿Alguna travesura en esa etapa?

Era tranquilo. Como todo joven, me iba a divertir con mis compañeros. Un día, por llegar tarde, nos hizo dormir afuera y tuvimos que buscar un hotel.

¿Se enteró el técnico?

Sí, pero nos entendió. Lo más que se podría llegar era 30 minutos después de la hora.

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¿Cómo fue tu debut en primera?

Fue el 7 de junio del 2014 contra el San Simón.

¿Cómo lo tomó la familia?

Mi familia se emocionó. Mi papá era del Ejército y mi mamá estudiaba contabilidad, pero nunca nos prohibieron algo de lo que nosotros queríamos hacer.

Nos dieron la mano

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¿No te interesó el ejército?

No me llamó la atención, ni mi padre me lo pidió, Por la talla me pude quedar ahí.

¿Qué reflexión hacías ante los goles anotados?

Cada gol que me metían trataba de analizarlo, me ayudó a no cometer los mismos errores y eso hace que crezcas.

Carlos Lobatón fue tu terror, te metió dos golazos.

Me hizo un gol de media cancha y otro olímpico, bienvenido para el fútbol. Pero todo eso me enseñó a ser fuerte de cabeza.

¿En qué arquero te fijaste para ser cada vez mejor?

Me gustó Iker Casillas, era muy rápido y tenía buena reacción.

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¿Te ves atajando en el exterior?

Sueño con salir de mi país, me ayudará a mejorar y a pulir  mi técnica para ser un arquero más completo.

Ahora tienes en Alianza una ardua lucha por el titularato.

Todos son muy buenos empezando desde Leao (Butrón), Italo Espinoza y Franco Saravia. Todos son competitivos, no se nota la diferencia, cuando entrenamos, de que uno es más joven que el otro.

¿Y la selección?

Estuvo latente la posibilidad de ir a la selección, pero no se dio, lucharé para estar ahí. Para estar en su selección nacional, hay que jugar, lo dice el propio Gareca.