En un mundo digitalizado, en donde las redes sociales 'aguantan todo', aparecen estos personajes oscuros, con problemas mentales y sin ningún tipo de respeto.
Según los especialistas, los neópatas son esas personas que utilizan la red para expresar su odio y sobre todo trastornos mentales subyacentes. A diferencia de los delincuentes comunes: quieren ser visibles, ansían tener popularidad a través de sus actos sin temer las consecuencias.
Suelen ser personas jóvenes (no siempre) que empiezan usando las redes sociales como altavoz para publicar su odio, para atacar a determinadas personas y hacer incluso campañas de humillación contra colectivos.
Evidencian rasgos claramente narcisistas: ansían captar la atención de los demás mediante las nuevas tecnologías. Necesitan lograr fama en ese universo virtual.
Son personas inestables, con trastornos mentales latentes y con un bajo control de impulsos.
No han construido vínculos saludables con su entorno social. Pueden haber sufrido maltratos en la infancia, desatención parental o bullying.
Estamos ante un perfil que se deleita causando dolor a través de las redes sociales. Le satisface expresar su odio y rencor.
Los impostores. Son personas que suplantan identidades para tomar contacto con sus víctimas y ganarse su confianza.
Los reactores. Son esos perfiles que reaccionan ante una publicación, noticia o comentario de una persona puntual y no dudan en manifestar todo su odio y desprecio a través de las redes sociales. En ocasiones, esa agresión virtual puede saltar al mundo real.
Neópatas depredadores. El depredador virtual empieza su cacería a través de este universo para captar víctimas a las que más tarde agredirá.
Los informadores. Son los neópatas que cruzan la línea de la criminalidad y cometen asesinatos que, más tarde publican o que emiten en directo para obtener fama.
Pueden seleccionar a víctimas de violaciones a través de las redes sociales, ya que cómodamente y desde su sofá pueden hacer un estudio previo de las víctimas, ya que en muchas ocasiones tendemos a contar lo que hacemos, donde estamos o nuestros planes futuros en las redes.
Utilizan YouTube para difundir comportamientos como golpear a un indigente, pegar a una compañera en los baños del colegio, o actos vandálicos sobre propiedades ajenas. Acosan a terceros como ‘trolls’.
Insultan, amenazan y calumnian amparándose en el pseudo-anonimato que ofrece la red.
Se hacen pasar por otras personas en portales de contactos para lograr quedar con hombres o mujeres.
Periodista, comunicadora social. Universidad San Martin de Porres.