Vivimos en una sociedad en donde se nos ha enseñado que llorar es sinónimo de debilidad. Cuando lloramos, encontramos expresiones como: no llores, se te ve muy feo cuando lloras, nadie merece tu llanto, etc. Si bien estas buscan consolarnos, causan lo contrario.
El no liberar nuestra tristeza y demás emociones, hace que nos sintamos frustrados, poco comprendidos y más tristes. El reprimirnos, puede provocar en nuestro cuerpo dolores de cabeza, dolores musculares y otros malestares tanto físicos como mentales.
LEE MÁS: Aprende a gestionar tu tiempo
Por el contrario, cuando lloramos se produce una liberación de adrenalina, hormona segregada en situaciones de estrés, y noradrenalina, que actúa como neurotransmisor y contrarresta a la adrenalina con un efecto calmante.
El liberar las emociones desagradables que nos sobrepasan, ayuda al bienestar tanto inmediato como posterior y se convierte en un aprendizaje propio sobre cómo gestionar las emociones.
MIRA TAMBIÉN: Aprende cómo tener relaciones saludables
En ocasiones y contextos determinados, por ejemplo cuando estamos delante de una autoridad o de alguien que nos puede perjudicar, es mejor no expresar las emociones. Esto no significa que no podamos hacerlo en otro momento o contexto. Hay que buscar el lugar en el que podamos expresarlas, en casa o en un lugar seguro, diciendo o haciendo lo que queríamos.
PUEDES VER: Familia: Mucho cuidado con el uso excesivo de tecnologías en los niños
Periodista especializada en tendencias e internacionales. Graduada en la Universidad Jaime Bausate y Meza. Redactora en el Popular. Interesada en temas relacionados con el medio ambiente, derecho de los animales, comunidades nativas y apoyo social.