Jaime Duarte: “Universitario me quiso"

Carlos Lara Porras

' Chiquillo eterno'. Llegó a Alianza Lima cuando tenía diez años sin imaginar que pasaría a formar parte de la historia del club blanquiazul.  Es Jaime Duarte, formador de las  promesas del cuadro victoriano como Paolo Guerrero, Jefferson Farfán, entre otros y recientemente de Kluivert Aguilar, que acaba de ser fichado por el Manchester City.

-¿Qué siente estar ligado a la  historia de Alianza Lima en la labor de captación de talentos?

-Soy el pasado de Alianza y a la vez el presente por mi trabajo. Tengo la bendición y el privilegio de contribuir para el futuro del club. Tengo 30 años como entrenador y hace tres años estoy en una función nueva que es la captación de talentos.

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-¿Hay  buena madera  para el futuro del club?

-Siempre hay buenos jugadores. Antes con el talento era suficiente, hoy no alcanza con eso. El jugador tiene que estar rodeados de áreas como la piscológica,  nutricional, de desarrollo humano. Yo no fui un pelotero, sino profesional y dignifiqué la profesión porque aprendí de Chumpitaz, Cubillas. Ese legado quiero dejarlo a los chicos.

-¿Cómo es esa historia en la que convenció a Kluivert Aguilar para que juegue por Alianza ?

- A Kluivert Aguilar nunca se lo robamos a Cristal, era de Regatas Lima y estaba a préstamo, pero es hincha de Alianza  y al igual que su familia.  Sin necesidad de dinero hicimos una estrategia y en eso César Cueto me ayudó. Fuimos visitarlo a su casa en Chorrillos, le transmitimos en esa reunión el privilegio  de ser jugador de un club profesional y jugar por el equipo del que es hincha.

-¿Se siente reflejado en Kluivert Aguilar?

-El llegó a los 15 años a Alianza y a esa edad ya tenía firmado su contrato. Tiene similitud conmigo porque yo  debuté a los 16 años estando aún en el colegio.

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-¿Qué significó para usted el Cholo Castillo?

-El Cholo Castillo era nuestro padre, lo adorábamos.  En el debut de Perú en Argentina 78 ante Escocia estaba en el estadio mirando a  Cubillas, Sotil, Cueto, Velásquez y yo que éramos como sus hijos a quienes nos llevó de niño a Alianza.

-Usted promovió al primer equipo a Paolo Guerrero y Jefferson Farfán en 2001, cuando asumió interinamente tras la salida de Paulo Autuori.

- Yo nos los descubrí, ellos tuvieron varios entrenadores, pero cada uno colabora. Tenían 16 años y pesaban 60 kilos. Los convoqué un miércoles y el jueves hicieron partido de práctica y le rompieron la cintura a Arakaki y Grotto, los centrales del primer equipo. Luego vimos el momento en qué momento hacerlo jugar. No es fácil meter a un chico de 16 años, pero si tiene talento no se va esperar hasta los 18 años para que debute.

-¿Universitario lo quiso?

-Varias veces me tentó. Vivía cerca a la Universidad de San marcos y de niño me iba en bicicleta al Lolo Fernández para ver entrenar a la ‘U’, miraba a Chumpitaz a, José Fernández porque era hombre de fútbol, más allá de ser hincha de Alianza.

-¿Por qué no vistió la camiseta crema?

- Ya había debutado en Alianza y era amateur, no cobraba sueldos. Los dirigentes de la ‘U’ una semana hablaron con mi papá para persuadirlo para jugar por ellos. Me ofrecían un buen contrato, pero me sentía contento en Alianza. La última vez fue  luego de campeonar con San Agustín el 86. Pero Alfredo Gonzales no quiso.  Años después Juan Reynoso jugó por la ‘U’.

-¿Qué opinión de aquellos jugadores con talento que se pierden por indisciplina?

-Uno puede crecer como futbolista, pero si como persona no creces, al igual que en el nivel cultural, valores, formación, no sabes dónde estás parado, te vas caer por no haber sostenido el tema de haber cultivado como persona.

-A su edad, ¿cómo hace para estar en forma?

-Vivo feliz, pese a los temas fuertes que me tocó vivir. He sido ordenado, tranquilo. Soy un apasionado  por la música. Cómo no voy renovar si trabajo con niños y esa energía me la transmiten. Ese es el secreto.

-¿Se tiñe el pelo?

-No, pero todos creen que me tiño el pelo. Peso 72 kilos uno más que cuando jugaba.

-¿Qué es Alianza para usted?

-Alianza es mi vida porque desde niño aprendí su historia porque vivía  frente a la casa del Cholo Castillo.