¿Qué significa ser nutricionista y por qué su labor es clave en la salud pública del Perú?

Desde hace más de una década, he tenido el privilegio de trabajar junto a un gran equipo de nutricionistas a través del Portal Salud en Casa. Lo que comenzó como una labor periodística terminó por cambiar mi visión de vida: entendí que ser nutricionista no solo se trata de contar calorías, sino de generar impacto real en la salud de miles de personas.

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¿Qué significa ser nutricionista?

Al inicio, creía que la nutrición era solo una herramienta para bajar de peso o alimentarse mejor. Pero la realidad me mostró que va mucho más allá. Con el tiempo, descubrí que ser nutricionista implica una conexión profunda entre el profesional y su paciente: una relación que puede marcar la diferencia entre la vida y la enfermedad.

En estos años, he conocido nutricionistas que se especializan en áreas tan diversas como oncología, lactancia materna, geriatría, gestación, nutrición deportiva, obesidad mórbida, endometriosis y fertilidad. Su día a día está lleno de sacrificios, aprendizaje constante, largas jornadas y, sobre todo, una enorme pasión por servir.

Gracias a este camino, he podido establecer vínculos con instituciones clave como el Colegio de Nutricionistas de Lima, liderado por la licenciada Judith Soto, cuyo trabajo ha resistido presiones y ataques por parte de otras gestiones, demostrando compromiso y ética profesional.

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He sido testigo de cómo la prensa y la nutrición pueden complementarse: hoy nuestras nutricionistas dictan talleres, participan en medios y han logrado posicionarse como referentes en su campo. Cada actividad, cada capacitación, siembra una semilla en los futuros nutricionistas del Perú.

La labor de estos profesionales es fundamental en todo el país, sobre todo en zonas vulnerables. Ellos combaten problemas como la anemia, la diabetes o la malnutrición con herramientas que van más allá de lo clínico: lo hacen desde la empatía, la escucha activa y el acompañamiento personalizado.

Ser nutricionista es comprender que cada paciente es una historia. Es entender que, a veces, para cambiar un hábito, primero hay que sanar una emoción. Por eso, muchas veces, estos profesionales también se convierten en psicólogos, consejeros y amigos. Y esa es su verdadera grandeza.