Wilson Varela recuerda al Cienciano de los años 90: “No había plata en el club y comía menú de tres soles”

Pasó otros sacrificios porque le tenía cariño al cuadro rojo. Es sobrino de Obdulio Varela y hoy se gana la vida haciendo taxi en su país.

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Wilson Varela dejó huella en Cienciano por su temperamento y garra.
Wilson Varela dejó huella en Cienciano por su temperamento y garra. Crédito: Composición EP

Lo llamaban cariñosamente Loco, pero no tenía nada de ello. Se trata de Wilson Varela, quien dejó huella en Cienciano por su temperamento y garra, siendo el jugador extranjero con más partidos en la historia del Papá. Al otro lado del hilo telefónico, desde Uruguay, el ex defensor recuerda su paso por el cuadro imperial y espera tener la oportunidad de trabajar en Cienciano. Esa es su tarea pendiente.

—¿Cómo se dio tu llegada a Cienciano?
—El día que cumplía 30 años recibo la llamada de Julio Balerio, quien me dice si deseaba jugar en el Perú. Le dije que sí, pero me advirtió que era altura, y yo ni sabía que era eso. Luego de siete horas ya estaba en el aeropuerto para viajar a Lima y de ahí a Cusco.

—¿Era tu primera experiencia en el extranjero?
—Sí y lo asumí como un reto para jugar, trascender, buscar la gloria, más que lo económico, pues no ganaba mucho y lo poco que ganaba lo enviaba a Uruguay para las medicinas de mi padre que estaba delicado de salud.

—¿Cómo resumes tu paso por Cienciano?
—Fueron cuatro años (1997-2000) en los que jugué 131 partidos y solo perdí un partido con Cienciano, en el Garcilaso, ante el Lawn Tennis. Junto con Martín García, Maurinho Mendoza, Carlos Cumapa, Wilfredo Begazo, entre otros muchachos, empezamos a hacer grande a Cienciano que se ganó un respeto.

—¿Es verdad que comías menú de tres soles?
—No es broma, comía menú de tres soles porque los dos primeros años no había plata en el club. El hostal donde vivía solo había agua hasta las 3:00 de la tarde y tenía que bañarme con baldes y con agua fría.

—¿Cuánto ganabas en esos años?
—Ganaba 1,500 dólares y cobrábamos de a poco. Cuando íbamos a cobrar a Juvenal Silva, se salía por otra puerta, ja, ja, ja… A fin de año nos pagaba todo.

—¿Por qué jugabas infiltrado?
—Porque no me interesaba mi salud, sino el club. Llegué a jugar con los ligamentos de la rodilla rota. Hoy los muchachos ganan bien y ya no quieren jugar por una molestia muscular y más paran pensando en la cuenta del banco.

—¿Otro club peruano te quiso contratar?
—Cristal. Francisco Lombardi, que era su presidente, me quiso. Hablé con Diego Rebagliati, que era el gerente, pero hubo empresarios que se metieron en la negociación, cuando mi empresario era Balerio.

Campeón mundial

—¿Por qué no seguiste en Cienciano?
—Luego de cuatro años consideraba que era justo pedir una mejora para renovar, pues entonces ganaba 1,800 dólares, pero Juvenal me ofrecía solo 500 dólares más. Me puse fuerte y no me renovó.

—¿Eres familia del gran Obdulio Varela, campeón mundial con Uruguay en 1950?
—Sí. Mi padre, Darwin Luis Varela, quien jugó con Juan Joya en Peñarol, era primo hermano de Obdulio Varela, quien me aconsejó que nunca había que perder la humildad. Fue un grande y me contó que tras ganar con Uruguay la final del Mundial del 50 ante Brasil, en vez de celebrar, se fue a los bares a consolar a los brasileños que lloraban.

—¿Es cierto que tuviste un romance con Sara Manrique?
—Con Sarita fuimos amigos, muy buenos amigos. Ja, ja, ja… Era una bomba y hasta hoy sigue hermosa.

—¿Cuál es tu presente?
—Hago Uber, así me gano la vida dignamente. Gracias a Dios, lo importante es que hoy tengo un techo donde vivir y me encuentro bien de salud, que es lo más importante.

—¿Por qué no diriges?
—Hice la carrera de entrenador y era asistente de Julio Balerio, pero cuando falleció fue un golpe muy duro y siento que se murió una parte de mí.

—Gracias, Wilson, por tu atención.
—A ustedes por acordarse de uno. Un saludo para la gente linda del Cusco y espero que la administración del señor Ludeña me pueda la oportunidad de trabajar en Cienciano y aportar en algo. Necesito estar en Cusco.

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