
Los quistes dentales son consecuencia de una infección que se ha producido en el diente o en un hueso adyacente. Una caries o un golpe en el diente puede originarla, y si bien es un tipo de patología benigna y común, fácil de tratar, es normal alarmarse un poco ante su aparición.
Su parte interna está constituida por células, líquido, aire, o una combinación de las tres. Normalmente son lesiones benignas, no tumorales, pero que en algunas ocasiones podrían dar lugar a lesiones malignas.
Las paredes de los quistes dentales están formadas por células, principalmente epiteliales que van dividiéndose y creciendo a expensas de ir destruyendo el hueso del maxilar donde se localizan.
Estas células van segregando una sustancia viscosa y líquida que queda retenida en el interior del quiste maxilar y que suele infectarse con relativa facilidad, convirtiéndose en un líquido purulento.
Si no se eliminan los quistes dentales, las células que lo constituyen van creciendo y dividiéndose, creando con el paso del tiempo una cavidad mayor, que puede comprometer seriamente la salud del hueso o de los dientes que están en contacto directo con el quiste.
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