Un conocido periodista de Afganistán ha sido asesinado a tiros luego de que un grupo de hombres armados aún no identificados lo habrían estado amenazando y martirizando tras intentar huir del país por el regreso al poder de los talibanes.
Maroof Sadat falleció este sábado 2 de octubre en la capital de la provincia oriental de Nangarhar. Sadat “fue martirizado por atacantes armados y asesinado antes de ser trasladado al hospital”, confirmó a EFE Zeerak Zaheen, dueño de Abaseen Radio, medio donde el hombre de prensa trabajó durante los últimos ocho años.
“Hace cuatro días me llamó preocupado y dijo que estaba recibiendo serias amenazas de muerte por parte de varias fuentes desconocidas y que incluso no podía viajar a su aldea”, aseguró Zaheen. Como se sabe, durante los últimos años tanto los talibanes como el grupo yihadista del Estado Islámico (EI) han estado envueltos en los asesinatos contra periodistas o atentados a medios de comunicación en el país.
De acuerdo al último informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), al menos 33 periodistas o trabajadores de medio de comunicación han sido asesinados entre 2018 o 2020. Desde que el grupo extremista tomo el poder muchas personas así como periodistas han tratado de huir de país pues reciben amenazas y temen por sus vidas.
Durante estas últimas semanas menores de edad están muriendo en Afganistán asimismo organizaciones internacionales y fuentes locales han alertado que millones de niños pueden sufrir de desnutrición antes de que termine el año a causa del hambre que se ha incrementado en los últimos meses.
Al menos 17 niños han fallecido y otros han sido ingresado a hospitales por desnutrición durante estos últimos meses, según indico Mohamad Amadi, director de los hospitales en la provincia de Ghor. Asimismo informó que unos 300 menores de edad han recibido tratamiento medico a causa de la mala nutrición.
Algunas causas del hambre en Afganistán es el incremento en los costos de los alimentos tras la toma del poder de los talibanes, la sequía, el cierre de fronteras, el desplazamiento, la pérdida de puestos de trabajo que la ayuda internacional no logra compensar y las interrupciones de importaciones por la pandemia del COVID-19.
Durante su gobierno (1996-2001), los talibanes prohibieron a las niñas asistir a la escuela, impidieron a las mujeres trabajar o salir solas sin un acompañante varón, y castigaron con la lapidación o latigazos a las acusadas de adulterio. La lectura que tienen del Islam los condujo a establecer una política religiosa para suprimir los “vicios”.
Asimismo, pese a que prometieron hacer un gobierno inclusivo donde respetaran los derechos de las mujeres, los talibanes siguen imponiendo sus políticas conocidas como extremadamente conservadoras pues esta vez han anunciado que no podrán practicar deportes porque no es adecuado y el Islam no lo permite.
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