Germán Leguía recuerda que nunca le gustó el colegio: "Le metía boca a los profesores"

Por Víctor Arrunátegui Acosta

Germán Leguía, quien vistió la camiseta de los equipos Municipal y Universitario de Deportes, dijo que siempre su vida fue el fútbol, por eso siempre tuvo problemas en su etapa escolar teniendo que matricularse en diferentes colegios.

Su frase era: “Por qué tengo que estudiar Historia Universal, si cuando sea futbolista para qué me va a servir”.

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—¿Es verdad que en ningún colegio te soportaban?
—Como vivía en Breña estudié en el Pedagógico que estaba en la Av. Bolivia (La Salle) durante cinco años. Tenía que ir hasta los sábados y el domingo a misa en la mañana. Estaba en mi garbanzal, porque había una cancha de fulbito. El problema empezó en Guadalupe que no me fue bien y después también cuando me pasaron al Mariano Melgar.
—¿Eras rebelde?
—En el estudio era rebelde, a mí solo me gustaba jugar fútbol. Pensaba: Por qué tengo que estudiar Historia Universal, si cuando sea futbolista para qué me va a servir. Le metía boca a los profesores y me sacaban del salón. Yo feliz porque me iba a jugar fútbol.

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—¿Dónde terminaste la secundaria?
—En el colegio San Marcos de Lince y jugaba en el famoso parque Matamula. Ahí comenzó mi historia futbolística.
—¿Cómo así?
—Es que ahí conocí a Edmundo Peláez que me llevó a jugar a un Interbarrios. Yo nunca había jugado fútbol, yo era fulbitero. Jugué con zapatillas, porque ni de vaina mi padre me iba a comprar zapatos de fútbol.
—¿Te dedicaste al fútbol porque eras malo para los estudios?
—Aunque no lo creas siempre he leído libros, me gustaba la literatura y en ciencias sí estaba muerto, tenía problemas con los cursos de química y física.
—¿Le sacabas cana verde a los profesores?
—Más que los profesores, los que me odiaban eran los tutores. Siempre me sentaba atrás. En San Marcos tuve profesores espectaculares, pues el colegio pertenecía a la Universidad. Había un profesor Escurra que era fuera de serie en psicología, yo sí que lo miraba a la cara, pero pensando en el fútbol. Me sorprendió al decirme: “Todo en la vida no es fútbol”.

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—¿Repetiste el año?
— Sí, en primero de secundaria. El director del colegio era amigo de mi papá y mi madrecita tuvo que ir para pedirle que no le cuente a mi padre, porque sino me “mataba”.

Apodo Cocoliche

—Todos se preguntan, ¿cómo nace el apodo Cocoliche?
—Tenía seis años y no quería ir al colegio, mi papá que era muy duro se puso bravo. Estaba mi tía, hermana de mi mamá, me pregunta por qué no había iniciado el colegio. Le respondí: “Sí, voy a ser futbolista y voy a ganar mucha plata y mantener a todos”.
—¿Te dio un jalón de orejas?
—Nada. Haciendo una seña se tocó la cabeza. Estás cocoliche (loco) y se mató de risa. Mi madre era la única que me defendía.

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Sus inicios

—¿Dónde empezaste jugando?
—En el Lawn Tennis, pero si mi mamá no me apoyaba no hubiese jugado fútbol. Alterné en esa famosa Liga de San Martín de Porres con equipos que mataban, tenía entre 15 a 16 años enfrentando a jugadores de 30 años y ya habían jugado en Primera.
—¿No te asustaba jugar con mayores?
—No porque desde los 12 años en los barrios bravos en Breña me metían harta patada y tenía que hacerme el loco cuando llegaba a casa, porque sino mi papá me mataba. Yo creo que eso me sirvió para poder jugar luego con las medias abajo sin temores. Y el dominio de la pelota lo gané jugando en tierra y en la playa sobre arena pesada.

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—¿Qué hiciste con tu primer sueldo?
—En Lawn Tennis recibía propina. Mi primer sueldo con Municipal, ah, pagaban con telas para ropa y yo las vendía. Me compré jeans y reloj de moda.
—Todos te identifican con Municipal, ¿pero eras hinchas de la “U”?
—Mi familia también, pero era hincha a muerte de la “U”, mi ídolo era Roberto Chale. La familia de mi padre era del Municipal, te daban entradas para ir a verlos, pero cuando se enteraron que era de la “U” perdí esas cortesías.