Rosario Maggi brilla en un rubro de hombres: “Yo siempre creí en mí y triunfé”

En 1968 Fernando Maggi fundó Iticsa, importadora de herramientas para la construcción. Cuatro años después creó Chema, marca de fraguas e impermeabilizantes.

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Por Antonio Orjeda

Fotos: Lucero del Castillo

En 1968 Fernando Maggi fundó Iticsa, importadora de herramientas para la construcción. Cuatro años después creó Chema, marca de fraguas e impermeabilizantes. 

Tuvo cuatro hijas, estaba convencido de que ninguna podría continuar su legado. Cada una se encargó de demostrarle cuán equivocado estaba. Tras su muerte, tres de ellas asumieron una fábrica en condiciones insostenibles. Hoy lideran el mercado y exportan a Venezuela, Chile, Colombia y Bolivia. 

Esto gracias al coraje, tenacidad e ingenio de Rosario Maggi y sus hermanas. 

—Se hizo profesional pese a recibir opiniones machistas que habrían desalentado a cualquiera.

—Lo importante es que yo siempre he creído en mí (ríe)… Porque a los 15 años, cuando dije que quería estudiar Arquitectura en la UNI, me dijeron que estaba loca, que ni siquiera iba a poder entrar. 

—Tenía el dinero para postular a una universidad particular.

—No lo tenía.  

—¿La empresa de su papá no iba bien?

—Esta empresa (Chem Master del Perú) ni siquiera existía. Además, mis papás estaban separados…

LA MEJOR EDUCACIÓN 

—Ex alumna del colegio San Silvestre, uno podría pensar que tenía el mundo a sus pies.

—Mi papá siempre dijo: “Les voy a dar la mejor educación que pueda”. Pero después cambió un poco (ríe)… Ni se me ocurrió ir a una universidad particular, y no solo porque no tenía la plata, sino porque la mejor era la UNI. ¡Esa era mi meta! 

—Ingresó. En la UNI hubo compañeros que le decían: “¡Qué haces acá!”.

—Incluso en la academia. Decían: “¿Para qué viene esta mujer? Me va a quitar el puesto y, después, ¡se va a casar!”. Pero lo decían los menos competentes; y yo les respondía: “¡Estudia, pues! Qué pasa, ¿tienes miedo a la competencia?”. 

—Mientras se hacía arquitecta su papá creó la fábrica de fraguas e impermeabilizantes. Él tampoco confiaba en que alguna de sus hijas tuviese la capacidad para asumir su emprendimiento.

—No, pues. Y nosotras, cuando terminamos de estudiar, hicimos empresa y acabamos en el rubro del calzado. 

—Terminó la carrera, trabajaba en el Ministerio de Vivienda, pero al quinto año renunció y se inició en el mundo del calzado. ¿Cómo así?

—Fue casualidad. Mi suegra tenía una tienda en Surquillo donde vendía materiales para sastrerías. Un día llegó alguien a comprar unos hilos, pero llegó con unas botas. A mi suegra le gustaron. “¿Tú las fabricas?”.“Sí”. Y nos pasó la voz a todas… Yo estaba por renunciar al ministerio porque el horario era terrible, tenía tres hijos, y lo que ganaba era prácticamente lo que le iría a pagar a alguien para que los cuide. Entonces renuncié y me dediqué a vender botas. 

Empecé en un garaje, igual que Microsoft. Invertí todo el dinero de mi liquidación –que no era mucho– y comenzamos. Y fue realmente un éxito.

MUJERES DE ESFUERZO 

—¿Cuál era la realidad económica de su hogar?

—Mi esposo también es arquitecto, y en ese tiempo (la década de los 80) no había trabajo para los arquitectos. 

—Le fue tan bien con las botas, que sus hermanas dejaron sus empleos, abrieron sus propias empresas y se convirtieron en sus proveedoras.

—Sí. Fernanda empezó como cajera en un fast food de EEUU y terminó siendo su administradora, o sea que el empuje lo tenemos ¡de familia! Nosotras somos cuatro, una nació con retardo mental, pero –si tú la ves– siente que es capaz de todo… Eso es bueno: no sentirte disminuido por nada. 

– Su padre falleció en 1995. Para entonces a ustedes les iba bien en el rubro del calzado. Eso lo hizo cambiar de opinión respecto a si podían o no tomar las riendas de su fábrica.

—Sí. Nuestro negocio era exitoso: cada una tenía su taller, su marca. Nos iba muy bien. Yo vendía cientos de pares ¡diarios! ¡Cientos! 

—¿Qué decía su papá?

—Se sentía orgulloso de que sus hijas hubiesen salido adelante sin su ayuda. 

—A tal punto, que ya en cama decía que ustedes debían asumir el control.

—Él dijo: “Mis hijas me han demostrado que sí tienen capacidad para llevar adelante este negocio”.  

EL RETO MAYOR 

—No entiendo por qué dejaron sus exitosos negocios para meterse en uno que no conocían.

—Fue un tema sentimental. Sabíamos que él había creado esta empresa con mucho esfuerzo, y continuar y sacarla adelante era definitivamente un reto mayor. 

—Pero cuando asumieron la empresa, nadie creía en ustedes.

—Ni la gente de aquí mismo. Nos miraban con recelo. Al principio hubo resistencia a aceptarnos como jefes. 

—La competencia las daba por muertas.

—Decían que Chema ya estaba por cerrar… Faltaba renovar maquinaria, sistemas desde facturación, aún facturaban ¡con máquinas de escribir! 

—¿No creyeron haberse equivocado? ¿No pensaron en volver al calzado?

—Volver nunca fue una opción. Como todo era incierto, no valía la pena pensar a mediano o largo plazo. Teníamos que resolver el día a día. 

—Tenían que sobrevivir.

—Sobrevivir… Y hoy estamos posicionados como un producto de calidad. Con los años nos hemos dado cuenta de que tomamos el camino correcto. El secreto es escuchar: al que vende, a quien usa tu producto. Ellos tienen mucho que enseñarte.

EL FACTOR SUERTE 

—Han creado nuevos productos, han abierto plantas en provincias, están exportando. ¿Cómo se siente?

—Que hicimos lo mejor que pudimos, y que también hemos tenido suerte; porque la suerte tiene que ver con el éxito, el que diga que no, miente. 

—¿En todos estos años ha llegado a cruzarse con alguno de sus ex compañeros de la academia que le decían: “¿Qué haces acá, estás quitándole un cupo a un hombre”?

—No. Pero de repente me han visto en el periódico (ríe)...

"¡NOS GUSTA ESTAR EN LA LUCHA DIARIA!" 

—¿Qué fue lo más bravo en el proceso de ganarse el respeto de su gente?—Había muchas voladas: “A las señoras no les interesa la empresa, se están gastando la plata, no les interesa el personal”. Cosas inimaginables que yo prefería no escuchar. Nunca les presto atención a las voladas.¡Yo vengo a trabajar! En realidad, peco de eso, porque por ejemplo no conozco la vida personal de mi secretaria; aunque lo importante es que ella sabe que si hay algo de su vida que me quiere contar, yo soy toda oídos… Aquí hay chicas que nos toman como sus referentes, pues saben que a nosotras la situación económica fue la que nos obligó a salir adelante, ¡y que nos gusta estar en la lucha diaria! Y también dar trabajo a tanta gente.

CARTAS

MEJORÓ MI AUTOESTIMA

Estimados amigos del diario El Popular, quiero felicitarlos por estas estupendas historias que nos alientan a creer en nosotras.  

Hace cinco meses me aventuré, impulsada por mi esposo y  vecinos que alababan los postres que hacía, a  poner mi fuente de soda cerca de mi casa en Los Olivos. Ahora me va muy bien, me genera buenos ingresos pero sobre todo mi negocio mejoró mi autoestima porque he encontrado mi vocación. Quiero decirle a todas las mujeres que ustedes son dueñas de su destino y no deben tener miedo de hacer lo que les gusta. Sigan así con más historias de éxito.

MI PRÓXIMA META

Hola amigos de El Popular, felicitaciones por sus excelentes reportajes sobre las mujeres valientes que tiene nuestro país. Soy una estudiante de Administración y Negocios internacionales que espera algún día tener su propia empresa para ayudar a mi mamá que, pese a las carencias, me ha brindado lo que mejor ha podido. Sé que con perseverancia y optimismo lo alcanzaré. ¡Es mi meta!SEPA MÁSSi desea saber más, visite la página oficial de Mujeres Batalla:  http://www.mujeresbatalla.pe/

Escribe a:Cartas.mujerbatalla@gmail.com

SOBRE EL AUTOR:

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