Estados Unidos: una enfermera de 78 años rechazó su jubilación para atender a pacientes de COVID-19 y murió por la enfermedad
Betty Grier Gallaher es una enfermera de Alabama, Estados Unidos, que trabajó más de 40 años en la sala de emergencias y prefirió seguir en la primera línea de defensa contra la COVID-19, enfermedad responsable de su muerte.
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Betty Grier Gallaher es una enfermera de Alabama, Estados Unidos, que trabajó más de 40 años en la sala de emergencias. Si bien pudo haberse jubilado, prefirió seguir en la primera línea de defensa contra la COVID-19, enfermedad que sería la responsable de su fallecimiento.
Gallaher, de 78 años de edad, atendía en el Coosa Valley Medical Center, donde además de ser una dedicada enfermera, se convirtió en una mentora para las profesionales jóvenes que llegaban a la institución médica, situación por la cual fue conocida con el apodo de “Miss Betty”.
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A lo largo de los meses se mantuvo infranqueable ante el SARS-CoV-2, pero durante diciembre, el virus encontró una debilidad en su sistema inmune y la infectó. A pesar de la lucha que inició para vencer la enfermedad, Gallagher murió el 10 de enero, tan sólo un día antes de cumplir 79 años.
“No lo hizo para sobresalir”, comentó con orgullo su hija Carson Grier Jr. a los medios de comunicación locales: “Lo hizo porque así es ella, esta era su vocación. Este era su propósito y plan para su vida”, según informa Infobae.
No le tenía miedo a las emergencias
Para Betty Grier Gallaher, los estados de emergencia no representaban un motivo para dejar a un lado su labor. No le temía ver de frente a los desastres y un ejemplo de ello fue su trabajo como supervisora en un hospital de Nueva Orleans cuando el huracán Katrina azotó la región en 2005.
Es en parte por este tipo de experiencias que se entiende su actitud de mantenerse en la línea de defensa ante la pandemia de COVID-19. “No podía soportarlo. Echaba de menos venir a trabajar, para eso vivía”, narró Hatten, quien también contó que Gallaher únicamente soportó un par de días fuera de la actividad, de acuerdo con el medio citado.
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Así fue como el 19 de diciembre, Gallaher comenzó a mostrar síntomas de una fatiga anormal. Al día siguiente, aunque ella no quería que la revisaran, le realizaron una prueba de COVID-19, la cual dio positivo. Desde entonces fue internada en el Coosa Valley, el hospital que tanto amaba y donde finalmente murió.
Durante su estancia como paciente, la actitud de esta dedicada enfermera se mantuvo intacta, pues su principal preocupación no era su estado de salud, sino el bienestar de sus colegas. En la víspera del Año Nuevo incluso les pagó pizzas para que no se quedaran sin una cena.
A pesar de la fortaleza que demostraba, la Miss Betty sí tenía miedo a algo: a morir sola en la unidad de cuidados intensivos. Fue por eso que en el último tramo de su vida, sus familiares y colegas se encargaron de acompañarla en todo el proceso.
“El día que falleció, casi todo nuestro personal de emergencia fue y llenó esa habitación”, declaró Hatten. “No era la forma en que queríamos que se fuera, pero me alegro de haber estado ahí”. Ahora, completó, los turnos nocturnos se llenan de “historias de Betty” o bromas que ella solía hacer a modo de terapia, señala Infobae.
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