
La humedad es un enemigo silencioso que se cuela sin pedir permiso por las rendijas de muchas viviendas peruanas, especialmente en zonas con infraestructura precaria o construcciones informales. Lo que parece un simple manchón en la pared o un cristal empañado puede esconder un problema más serio: el moho, ese hongo que afecta tanto la salud como la durabilidad de nuestros espacios.
Frente a este escenario, donde las reformas estructurales muchas veces no están al alcance, la creatividad popular toma la delantera. Desde el uso de detergente en los vidrios hasta el secado estratégico de textiles, existen múltiples formas ingeniosas de enfrentar el problema sin gastar una fortuna.

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Puede sonar insólito, pero es una de esas soluciones que nacen de la necesidad. Aplicar una fina capa de detergente líquido para platos en los cristales ayuda a reducir la condensación. Este método crea una barrera temporal que impide que la humedad se adhiera, retrasando la aparición del moho por algunos días.
¿Lo negativo? Requiere reaplicación frecuente y no resuelve el problema de raíz. Aun así, para muchos hogares sin aislamiento térmico, puede ser un respiro efectivo.

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La ventilación diaria es una medida gratuita pero poderosa. Abrir ventanas al menos cinco o diez minutos al día ayuda a renovar el aire cargado de vapor. Incluso si llueve o hace frío, correr las cortinas o persianas permite que la luz solar ayude a secar el ambiente.
Después de ducharse, es vital abrir la ventana del baño (si la hay) y también la puerta, para liberar el vapor. En baños sin ventanas, un ventilador de techo o portátil se vuelve un aliado contra la humedad persistente.
Las toallas mojadas y alfombrillas en el baño pueden ser una trampa mortal de humedad. Es recomendable colgarlas completamente estiradas y en un lugar ventilado. Si hay muchas toallas húmedas, mejor sacarlas del baño y colocarlas en un soporte al aire libre o en un área con ventilación cruzada.
Las alfombrillas, por su parte, deben colocarse sobre la bañera o colgarse tras su uso. El error común es dejarlas en el piso, lo que las convierte en un criadero de hongos.
El agua que queda en mamparas, azulejos y pisos después de la ducha no solo es molesta, sino que favorece el desarrollo de moho. Usar una espátula de baño para retirar el exceso y luego pasar una toalla seca es una rutina eficaz.
Eso sí, la toalla debe lavarse antes de volver a utilizarse, de lo contrario se convierte en otra fuente de humedad.
Sí. Aunque muchas veces es inevitable, secar la ropa en espacios cerrados incrementa la humedad ambiental. Para evitar la proliferación de hongos, se recomienda usar un deshumidificador o, en su defecto, colocar absorbentes de humedad cerca del tendal, sobre todo en habitaciones pequeñas o armarios.
Los armarios cerrados por mucho tiempo son el caldo de cultivo perfecto para la humedad. Abrir las puertas durante el día, especialmente si hay sol y buena ventilación, permite que el aire circule y que el moho no encuentre refugio.
Aunque no lo parezca, el desorden favorece la acumulación de humedad. Muebles pegados a las paredes, pilas de ropa o libros apilados dificultan la circulación del aire. Mantener los espacios despejados no solo es más saludable, sino que facilita detectar a tiempo cualquier signo de hongos.
Además de los ya mencionados, hay otros recursos accesibles:
Periodista especializada en actualidad y tendencias. Bachiller en Periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza. Redactora en Popular. Interesada en temas relacionados con actualidad nacional e internacional, virales en tendencia y más.