Terrible. Un talibán mato a tiros a un cantante afgano de folk con el que habían tomado el té antes. El hecho ocurrió en el valle de Andarabi, lugar que ha sido testigo de la violencia desde la conquista de este grupo radical y conservador que días antes habían dicho que "no tomarían venganza", sin embargo, los actos denunciados hasta ahora son para no creer.
“Era inocente, un cantante que solo entretenía a la gente”, dijo su hijo. “Le dispararon en la cabeza en la granja”. Asimismo pide justicia para su padre, Fawad Andarabi, pues el hecho ha revivido el temor de que el régimen volviera a entrar a sus tierras.
El lamentable hecho ocurre cuando miles de ciudadanos afganos viven de un drama a menos de 3 días de que se termine el plazo para que puedan huir de Afganistán tras la toma del poder de los talibanes, un grupo del Estado Islámico que los ciudadanos no quieren volver a ver pues ya en el pasado han sufrido, pero hoy vuelven a sentir la incertidumbre y el miedo por su futuro y el de sus seres queridos.
Los talibanes prometen reestablecer el orden y la justicia. Están dotados de un arsenal militar y un gran tesoro de guerra. Sin embargo, sus políticas son llamadas por muchos "de terror" ya que prohíben los juegos, la música, las fotografías y la televisión. Cuando estuvieron en el poder negaron a las mujeres el derecho a trabajar y las escuelas para niñas fueron cerradas.
Los talibanes prohibieron a las niñas asistir a la escuela, impidieron a las mujeres trabajar o salir solas sin un acompañante varón, y castigaron con la lapidación o latigazos a las acusadas de adulterio. La lectura extremista y equivocada del Islam los condujo a establecer una política religiosa para suprimir los “vicios”.
Desde que los talibanes salieron del mando en 2001, las mujeres afganas han ido ganando derechos como el trabajar y estudiar, pero, hoy ven su futuro oscuro e incluso algunas dicen no ver un futuro para ellas. Por ejemplo, los servicios de manicura o maquillaje que fueron creados para las mujeres que habían crecido obligadas a cubrir cada centímetro de su cuerpo hoy lucen destruidos.
Los talibanes se financian del trafico de drogas, es decir, cultivan la amapola de la que extraen el opio. Así como la extorsión a empresas locales y rescates obtenidos tras secuestros. “Una buena parte de sus ingresos provienen también de la recolección de impuestos”, explica Charles Kupchan, del Council on Foreign Relations.
Pero, pese a los millones que ha gastado la comunidad internacional en la erradicación de la amapola, Afganistán produce más del 80% del opio mundial, el cual genera miles de puestos de trabajo pues el país esta sucumbido por el desempleo tras 40 años de conflicto.
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