Izabel Rodríguez, de 66 años, es una mujer oriunda de Morrinhos, Brasil, es la menor de 19 hermanos y siempre sufrió un trato diferente y despectivo. Cuando era pequeña solía ser hiperactiva y le costaba comportarse, no dejó de tener amigos imaginarios hasta incluso de adulta. Sus padres la sacaron tempranamente de la escuela al tener problemas de aprendizaje, no prestaba atención y no aprendía a leer, cuenta la BBC.
A sus 25 años conoció a José Ribeiro, con quien terminó casándose. Durante mucho tiempo sufrieron problemas para tener hijos así que decidieron ir al doctor. Fue entonces que a sus 35 años, Izabel por primera vez supo que tenía síndrome de Down, lo que explicaba no solo su problema de fertilidad, sino sus “extraños” comportamientos.
A pesar de todo pronóstico, pasaron unos meses luego de ser diagnosticada para quedar embarazada. Ribeiro dice que el día de la noticia ha sido uno de los más felices en su vida, sin embargo estaba la duda si acaso la niña nacería con alguna malformación genética como su madre.
Cristinna, su hija, creció como cualquier otra niña, por otra parte su madre no era como las demás y eso lo notaba la pequeña. Cada vez que salía a jugar con otros niños y se manchaba aunque fuese un poco, Izabel corría a limpiarla.
Uno de los sucesos que más la estremecieron sucedió en la escuela, cuando estaban aprendiendo sobre los genes y la profesora habló de los síndrome de Down. Ella comentó lo que sabía por su madre pero la maestra le dijo que era imposible que una persona de esa condición tuviese hijos porque son infértiles.
Cristinna no solo ha logrado terminar su carrera, sino encontrar una pareja y tener hijos. La mujer confiesa que los primeros años fueron difíciles, ya que como madre primeriza puso en duda la capacidad de Izabel para cuidar a sus nietos. Ella no permitía a su mamá bañar a su niño y para no hacerla sentir mal, tampoco lo permitía con la otra abuela.
Luego de un tiempo logró reflexionar y dejó de avergonzarse, ya que si su madre la cuidó cuando era niña, no debería haber problema con hacerlo con sus nietos.
De esta manera se se dio cuenta que incluso como hija estaba haciendo lo que tanta gente hace por ignorancia con la gente síndrome de Down. Pese a los altibajos, Cristinna se ha vuelto un ángel para su madre, a quien a veces cuida de tal forma que se invierten los roles.
Hoy Izabel y José viven con la pensión de ancianos, un dinero que apenas les alcanza para vivir, así que su hija se ha convertido en un apoyo gigantesco durante estos años.
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