Si pregunta por Andrés Aurelio Gonzales Luján, algunos dirán ¿quién es? Pero si dice Balán Gonzales todos lo reconocen por su paso en la selección, Universitario, Sporting Cristal, Alianza Lima y Sport Boys.
Su 1.87 de estatura imponía respeto. El ex delantero hace un repaso de su trayectoria y recuerda algunas historias.
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¿Cómo nace el apelativo Balán?
Mi hermano mayor nos hacía jugar, en ese tiempo había un cómic de dos gatitos, Balín y Balán. Mi hermano Javier, que en paz descanse era Balín, y yo Balán.
Sport Boys fue tu casa.
Hice todas las divisiones menores en el Boys y soy uno de los privilegiados al que se le dio la oportunidad de ascender al primer equipo.
¿Recuerdas qué hiciste con tu primer sueldo?
Estaba todavía en el colegio y me pagaron 300 soles en aquellos años (1986). Le entregué la plata completita a mi mamá. Con ese dinero me compró un buzo y zapatillas para poder viajar a Iquitos.
¿Tus padres pusieron peros para que seas futbolista?
Al comienzo mi madre se oponía, quería que estudie. Ella priorizaba mis estudios y para salir a jugar tenía que hacer mis tareas. Pero estaba mi papá para romper los castigos. Él sí me dejaba salir a jugar y me decía que luego haga la tarea, aunque después mamá me daba un jalón de orejas.
¿Y qué queda de esas travesuras?
Pateaba muy duro, siempre rompía las lunas de las casas de los vecinos, pero siempre había uno que se queda y me echaba. Iban a mi casa a tocar la puerta para que pague.
Llegas muy joven a Universitario.
Era un jovencito de 17 años que estaba en formación y el primer año fue difícil ganarse a la hinchada, después terminamos en un romance muy lindo hasta el día de hoy.
¿Estuviste a punto de irte?
Cuando estaba calentando en un partido con Bahía por Copa Libertadores, la hinchada me pifea, entonces pensé irme. Al día siguiente le dije a mi papá que me acompañe para hablar con Oblitas, que era el entrenador. Juan Carlos nos lleva a una sala y le dice a mi padre: “Con respeto, qué hace usted apoyando a este tremendo manganzón”.
Después te vas a España.
Fui al Real Betis, pero jugué poco. La pasé mal no en lo deportivo, sino en lo económico, ya que había buenos premios por ascender pero se los llevó un intermediario. Era un Rolex y 80 mil dólares que nunca llegaron.
Regresaste al Perú para jugar por Boys y después a Alianza.
No todos se dan el lujo de vestir la casaquilla de la “U”, Alianza, Cristal y Boys: fui un privilegiado. En Alianza tuve la suerte de estar en el equipo que campeonó después de muchos años, era un equipazo, Jayo, Waldir, Valencia y Kanko Rodríguez. Marqué goles importantísimos.
Tuviste un problema con Company que te costó la salida de la selección en la Copa América de 1991.
Se tejieron muchas versiones de indisciplina, pero todo fue propio de mi juventud, del técnico y dirigentes. Volví a la selección gracias a la petición del técnico Popovic y al presidentede aquel entonces, quien dijo que si metía un gol de chalaca me indultaba. Y tuve la suerte de hacer un gol de chalaca a Cristal y me perdonaron.
En medio campeonato con Alianza te fuiste a China.
Si fue el 1997 al Vanguard Huandao, estuve con Jacinto Rodríguez que atajó en Alianza y Boys.
¿Cómo hacías con la comida?
Nos pusieron un chef internacional que nos cocinaba lo que queríamos, porque allá se comen cosas algo raras (risas). De ahí me regreso al Perú juego en Pesquero, Cristal, Alianza Atlético y me retiro en el Aurich.
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Cuando estabas en EEUU hubo un rumor que habías muerto.
No sé por qué hay gente que utiliza las redes para hacer daño. Tuve que llamar a algunas personas para desmentirlo. Eso pudo causar una desgracia si algún familiar tomaba en serio esa noticia.
¿Qué estás haciendo en la actualidad?
Esta pandemia me sorprendió en Estados Unidos y no puedo regresar aún. Yo trabajo para la Municipalidad de Ventanilla y la Universidad Privada del Norte.