¿Habías escuchado de él? En el 2000, un doctor llamado Max Álvarez, se hizo conocido a nivel nacional por participar en concursos de belleza, mismos en que lo invitaban para ser jurado. Su conocimiento en la cirugía estética lo llevaron a ser uno de los más solicitados por las famosas de la televisión peruana que constantemente pisaban su lujosa clínica, sin imaginar que pasarían momento de terror.
Las mujeres que pasaron por su quirófano recibieron anestesia general para que él pueda tocarlas indebidamente o abusar de ellas sexualmente, ya que tenía la costumbre de aprovecharse de los pacientes. Sin embargo, una de ellas, Ángela Chuquilín, lo hizo blanco de las portadas de diarios peruanos y no por su excelente trabajo, sino porque fue el inicio de las negligencias médicas que cometió.
La joven, de tan solo 26 años de edad, entró caminando a su consultorio, pero terminó perdiendo la vida. Al revelarse este hecho, Álvarez, usó sus influencias para que el caso no continúe abierto y sea archivado lo más pronto posible. Aunque todo se había equilibrado para este doctor, no contó con que después de doce años, su novia y modelo argentina Claudia Badaraco, de 31 años, también moriría.
Le llegaron las denuncias por parte de la familia de la occisa, pero nuevamente volvió a intervenir ante la justicia para salir librado de las acusaciones. Tres años después, su nombre ya no era conocido por el buen trabajo que realizaba, sino porque practicaba operaciones en estado de ebriedad y bajo los efectos de la cocaína, entre otros estupefacientes.
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Según los diarios que estuvieron al tanto del hecho, Lucy Cabrera, acudió a él para hacerse unos “retoquitos”, pero se le ocurrió grabar con una cámara oculta el procedimiento. El Perú entero nunca imaginó que Magaly, difundiría en su programa el video cuando la dopa y viola, tras haberse drogado. Las evidencias hicieron que sea retirado del Colegio Médico y reabrieran el caso de su expareja.
El galeno fue condenado a prisión y murió cuando le faltaba un mes por salir en libertad de penal de Lurigancho. Además, su hijo confesó que nunca pudo salir de su adicción y los internos le habrían propinado certeros golpes porque no pagó las deudas por comprar cocaína. “Murió solo, triste y abandonado”, señaló.
Periodista de actualidad, especializada en policiales y temas políticos. Graduada de la Universidad César Vallejo. Redactora web senior en El Popular. Interesada en temas relacionados a policiales, sociales, cine, baile, música, turismo, gastronomía y doblajes.