Jugadores del Atlético Grau viven en la calle

Roberto Saavedra

Catacaos. La naturaleza no distingue nada. Destruye viviendas, chacras, caminos y vidas. O casi. Owen Aldair Vilela Jaime y José María Alcas Ortiz son dos futbolistas que han sufrido la furia de la naturaleza precisamente.

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Ambos son jugadores del Atlético Grau y a sus 17 años apenas ellos y sus familias se quedaron literalmente en la calle, como tantas otras en el norte del país por causa de las lluvias y las inundaciones ocasionados por el Fenómeno de El Niño. 

Ahora están viviendo de la caridad de sus amigos y colegas y piden a las autoridades tomen cartas en el asunto para evitar haya una epidemia de dengue.

EL DOLOR DE VILELA 

—¿Cuál es tu caso? 

—Parece que el tiempo se  detuvo ese 27 de marzo cuando se desbordó el Río Piura e innundó mi barrio en Nueva Catacaos.

—¿Dónde te encontrabas en ese momento? 

—Entrenando con el equipo en el Miguel Grau, tuve que salir corriendo para ver qué estaba pasando en mi casa. 

—¿Cuál fue la primera impresión que tuviste?

—Mucha tristeza y desolación de ver cómo habíamos perdido todo. Lo único que me quedaba era lo que llevaba puesto. El agua llegaba hasta la cintura. No hay luz, no hay agua, no hay alimentos (llora). 

—¿Tu familia cómo estaba? 

—Por suerte mis vecinos ayudaron a todos y están sanos y salvos. Tengo mis padres y mis hermanitos menores de 7, 8, 10, 13 y 14 años. No imaginas el drama que vivimos.  

—¿Cómo están haciendo para subsistir?

—Estamos viviendo de la caridad de la gente (llora...) que nos da alimentos y agua y nos ha regalado algunas ropitas. Ya no se puede soportar, es dramático, los buzones y los desagües están abiertos y tenemos miedo a las epidemias.

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ALCA PIDE AYUDA

—La historia de José María Alcas es similar a la de Vilela.  

—“Parecía una película de ciencia ficción, pero no, era real. En mi barrio de San Francisco todo estaba bajo el agua... Uno llora de impotencia porque el esfuerzo y el trabajo de una familia se fue al agua literalmente.

—No queda otra que reponerse.  

—Es duro, pero esperamos que las autoridades no nos abandonen y se haga la reconstrucción lo más rápido posible, porque tememos miedo a las epidemias. Los zancudos, los desagües abiertos, la pestilencia, todo es horrible. 

—Hay jugadores ya con dengue, ¿no?

—Sí. Y todos vivimos con esa pesadilla de contraerla. Yo ruego que Catacaos y Piura se levanten. Tenemos que levantarnos y nosotros volver a jugar.