La estrategia de Malena Grandio para transformar talento en impacto real

En los últimos años, la industria creativa cambió de manera profunda. La globalización, la digitalización y la expansión de las redes sociales generaron nuevas oportunidades para que artistas y marcas pudieran mostrarse, aunque también provocaron un fenómeno de saturación. Todos los días circulan miles de propuestas que compiten por la atención de un público cada vez más disperso. En este contexto, la autenticidad dejó de ser un valor secundario para convertirse en una de las cualidades más buscadas.

Detectar esa autenticidad antes de que un proyecto o un artista logre notoriedad es una habilidad que Malena Grandio ha desarrollado a lo largo de su carrera. Productora creativa argentina radicada en Nueva York, con experiencia en Estados Unidos, Europa y América Latina, ha trabajado en proyectos que van desde espectáculos internacionales hasta activaciones de marca y campañas de moda. Su manera de encarar cada uno de ellos tiene un punto en común: proteger la esencia original de la propuesta.

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“Desde muy chica tengo la capacidad de detectar el talento en su forma más genuina. Siempre fui de spotear artistas antes de que se hicieran conocidos. Es algo que veo, que siento. Cuando hay autenticidad, se nota”, comenta. Esa intuición, que en un principio podía parecer subjetiva, se transformó con los años en una herramienta estratégica. A la hora de decidir dónde invertir tiempo, creatividad y recursos, su criterio le permite distinguir proyectos que pueden sostenerse a largo plazo de aquellos que solo buscan un impacto inmediato.

Durante la pandemia, produjo junto a su hermano Facundo La Sala, un programa musical emitido por Canal Metro en Argentina. Allí eligió artistas emergentes con propuestas sólidas y personales, aunque sin gran presencia mediática. El ciclo funcionó como un espacio de visibilidad y se convirtió en un registro de la escena independiente en un momento en el que los conciertos presenciales estaban interrumpidos. Para Grandio, fue la confirmación de que el público valora la autenticidad incluso en contextos adversos.

Su criterio también se reflejó en la moda. Produjo desfiles de Campillo en la New York Fashion Week y campañas para Ludovic de Saint Sernin en París y Fire Island. En cada caso, trabajó para que la propuesta estética del diseñador se mantuviera coherente con su identidad original, sin dejar que la presión de un evento internacional borrara lo que hacía única a la marca. “En moda, la estética manda, pero la operativa no puede fallar. Un minuto de retraso se siente eterno”, suele decir.

En el ámbito del consumo masivo estuvo al frente del lanzamiento de Good Girl Snacks, marca creada por Leah Marcus y Yasaman Bakhtiar y desarrollada junto a Sofía Luna, CEO de Playhouse. El proyecto incluyó desde la creación de la identidad visual hasta la logística de distribución en puntos de venta en Nueva York. Para Grandio, el desafío era mantener una narrativa coherente que diferenciara a la marca en un mercado competitivo. La repercusión fue inmediata y la propuesta fue destacada en la lista Forbes 30 Under 30.

En marketing experiencial, lideró la instalación del domo de la República Dominicana en Times Square, producida en colaboración con el Ministerio de Turismo y la agencia Pop Up Mob, dirigida por Ana Pelucarte y Rita Tabet. El proyecto se desplegó en uno de los espacios públicos más transitados del mundo y no se limitó a impactar visualmente. El recorrido interno, las proyecciones de 360 grados y la narrativa audiovisual fueron diseñados para transmitir la identidad cultural del país sin caer en representaciones superficiales. El resultado fue una activación que combinó impacto mediático con una conexión auténtica con el público.

En todos estos trabajos aparece un mismo patrón: más allá de la complejidad técnica, el centro de la estrategia está en preservar la verdad del proyecto. Grandio sostiene que las audiencias actuales, acostumbradas a consumir grandes volúmenes de contenido, tienen un radar afinado para detectar lo impostado. Una campaña puede lograr notoriedad a corto plazo, pero lo que sostiene la relación con el público en el tiempo es la autenticidad.

“Hoy hay más ruido que nunca. Muchas marcas y artistas buscan destacar con impacto rápido, pero eso se agota. Lo que perdura es lo real. Y eso se siente”, afirma.

Las marcas globales lo saben y, en mercados saturados, buscan asociarse con creativos capaces de detectar tendencias emergentes, cuidar la identidad y armar estrategias de posicionamiento que no contradigan la esencia original de la propuesta. Grandio ofrece justamente eso: visión, criterio y capacidad de ejecución.

Para ella, acompañar un proyecto no significa detenerlo en el tiempo, sino asegurarse de que pueda evolucionar sin perder lo que lo hace único. “Creo que mi sensibilidad para reconocer el potencial real de un proyecto me permite guiarlo hacia el éxito sin comprometer lo que lo hace especial”, explica.

En un contexto en el que innovar ya no alcanza por sí solo, perfiles como el suyo resultan claves. Su trabajo combina dirección creativa, gestión operativa y una mirada estratégica de largo plazo. Su aporte no se limita a coordinar presupuestos y cronogramas: también funciona como un filtro que distingue entre lo pasajero y lo que tiene posibilidades reales de permanencia.

La autenticidad se ha convertido en el hilo conductor de su carrera. Está presente en programas musicales, campañas de moda, activaciones inmersivas y proyectos de branding. Para Grandio, ese es el valor central de la producción creativa: convertir ideas en experiencias que logren destacarse en medio de la saturación, sin perder lo que las hace distintas desde el principio.