COVID-19: ¿Puedo fumar tras haberme recuperado?
El Dr. Eduardo Ruiz Gárate, médico internista, nos explica porqué debemos dejar este hábito para contrarestar los efectos del COVID-19.
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Todos corremos el mismo riesgo de contraer COVID-19. Sin embargo, el grupo de fumadores podría sufrir consecuencias más graves ya que su sistema respiratorio se encuentra deteriorado. El Dr. Eduardo Ruiz Gárate, médico internista, conversó en exclusiva con el Popular sobre los riesgos del tabaco y su consumo después del contagio.
¿Cómo afecta el tabaco a nuestro aparato respiratorio?
Los cigarrillos contienen nicotina. Esta sustancia se localiza en forma natural en la planta del tabaco. En las últimas décadas, se han introducido cada vez más aditivos, de manera que los actuales cigarrillos contienen hasta un 10% de su peso en aditivos. "Para aumentar su poder adictivo, la droga se maneja con precisión; además, es mezclada con hasta 600 aditivos diferentes. Éstos, también afectan a las características del humo, como su color, su aspereza, su olor y su sabor", menciona el especialista.
"El humo del tabaco afecta particularmente a los pulmones, que es hacia dónde se dirige el humo, produciendo una reacción irritante en las vías respiratorias, disminución de la capacidad pulmonar, aumento de las secreciones en la tráquea y los bronquios, lo que lleva a tos crónica y expectoración habitual, sobre todo, por las mañanas", añade el neumólogo. El aumento de las secreciones se asocia con mayor riesgo de sobre infecciones por virus y bacterias asociado con bronquitis crónica.
El consumo de tabaco es la principal causa evitable de cáncer en todo el mundo. El riesgo de cáncer depende de la cantidad de años de fumador y del número de cigarrillos que se consumen por día. Los fumadores tienen mayor riesgo de padecer cáncer de pulmón, boca, labios, lengua, laringe y faringe, cáncer de estómago, de esófago, de páncreas, de vejiga, de riñón, de cuello uterino, de colon y de recto, de hígado, de mama, de la cavidad nasal, de ovario; también, produce ciertas formas de leucemia. "De cada 10 personas con cáncer de pulmón, nueve son o eran fumadoras. En las mujeres, uno de cada diez tumores corresponde a un cáncer de pulmón y la tasa de mortalidad por este cáncer se duplicó en todo el mundo en los últimos 15 años, superando en varios países al cáncer de mama", explica Ruiz.
¿Los fumadores tienen síntomas más graves?
El médico internista explica que por el momento no existen estudio que hayan evaluado el riesgo de infección por SARS – CoV - 2 entre los consumidores de tabaco. "Sin embargo, es probable que los fumadores sean más vulnerables a la COVID-19, ya que el acto de fumar supone arrimar los dedos (y los cigarrillos, que pueden estar contaminados) a los labios, lo que aumenta la posibilidad de transmisión del virus de la mano a la boca. Las pipas de agua, también conocidas como shisha o hookah, a menudo implican el uso compartido de boquillas y mangueras, lo que puede facilitar la transmisión del virus en ambientes comunitarios y sociales", menciona el experto.
Fumar cualquier tipo de tabaco reduce la capacidad pulmonar, conlleva un mayor riesgo de sufrir afecciones pulmonares graves y puede aumentar la gravedad de las enfermedades respiratorias. La COVID-19 es una enfermedad infecciosa que ataca principalmente a los pulmones. El tabaquismo deteriora la función pulmonar, lo que dificulta que el cuerpo luche contra los coronavirus y otras afecciones respiratorias.
Entonces, ¿puedo volver a fumar?
Ruiz explica que no solo no se debe volver a fumar después de habernos contagiado de COVID-19; sino que nunca debimos hacerlo. Entre los cuidados que debe tener este grupo luego de infectarse, el principal recomendado por la OMS es dejar de consumir estos productos.
"Abandonar este hábito ayudará a sus pulmones y corazón a funcionar mejor desde el momento que deje de consumir estos productos. A los 20 minutos de dejar de fumar se reducen la tensión arterial y la frecuencia cardíaca elevadas. A las 12 horas, el nivel de monóxido de carbono en el torrente sanguíneo vuelve a la normalidad. A las 2 - 12 semanas, mejoran la circulación y la función pulmonar. A los 1 - 9 meses se reducen la tos y la disnea. Abandonar el hábito le ayudará a proteger a sus seres queridos, en particular a los niños, de la exposición al humo ambiental", concluye el especialista en salud.
Redactora para la web e impreso de “El Popular”. Me encanta entrevistar. Amante de los libros, el terror y Disney.