Adiós Aristóteles Picho

La noticia ha conmovido a todos. Ayer iba manejando mi carrito cuando de pronto por la radio escucho: “Muere el destacado actor Aristóteles Picho”.

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Adiós Aristóteles Picho.
Adiós Aristóteles Picho.

Por: Lucho Camino

La noticia ha conmovido a todos. Ayer iba manejando mi carrito cuando de pronto por la radio escucho: “Muere el destacado actor Aristóteles Picho”.  

La verdad me quedé helado. Lo he visto en la mayoría de sus películas, pero me quedo con esa gran interpretación de el “Sinchi” en “Pantaleón y las visitadoras”. Genial. Era un corrupto locutor de radio que cuestionaba las prácticas del capitán Pantaleón Pantoja. Para sacarse el sombrero. 

Apareció en casi todas las películas peruanas. En sus inicios encarnó a “El Boa” en La cuidad y los perros. Se le veía muy jovencito en esa cinta de Pancho Lombardi en la que actuó al lado de grandes actores. 

Todos sus papeles los trabajó con mucho profesionalismo, puliendo cada detalle. Hoy, por eso, todos lamentan su temprana partida. Estaba  afectado por una extraña enfermedad. Se fue de un paro cardíaco mientras descansaba. 

Aunque Reynaldo Arenas ha dicho que Picho fue discriminado por sus rasgos andinos, en la pantalla grande le dieron buenos papeles. Su talento fue reconocido al punto que se codeó con Meg Ryan y Russel Crowe en el filme  Prueba de vida. 

Mis pasajeros con los que comenté la triste noticia tampoco lo podían creer. “Yo lo he visto en Reportaje a la muerte, interpretando al hampón Supay. Me gustó mucho. Era un gran actor”, me dice una señora. 

Sus amigos con los que trabajó en más de una producción ayer resaltaron todas sus cualidades. Mónica Sánchez lo consideraba mucho, casi un hermano. Pancho Lombardi dijo que era un actor completo y tenía método. No en vano se dedicaba a formar a muchos jóvenes en la actuación. Sus alumnos lo querían y le hacían sentir muy útil.

El cine nacional pierde a una de sus figuras. Pese a la enfermedad que tenía, siempre estaba metido en proyectos de la pantalla grande y la televisión. Nunca se rindió ante su mal, siguió batallando y haciendo lo que más le gustaba. Era aguerrido y con mucha fortaleza. 

“Ay, señor, por qué las personas buenas se tienen que ir tan temprano. Tenía 56 años  y una vida por delante. No me perdí ninguna de sus películas. Ahora último no se le veía en televisión. Dios lo tenga en su gloria y sin duda se le extrañará al recordado ‘Sinchi’”, me comenta otra pasajera. 

Quizás no se le rindió un homenaje en vida como a muchos pero ahora el más grande tributo de todos los peruanos es que él seguirá viviendo en el corazón de todos.

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