“Se salió de la cubeta de formol para salvarse”: Sobreviviente escapó de universidad donde mataban indigentes

Indigente que fingió estar muerto para salvarse de sanguinaria red de tráfico de órganos contó lo que pasó cuando atacante vio que “aún estaba muy blando”.


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Rostros elaborados en yeso de las víctimas de Unilibre se encuentran en la sede de Medicina Legal de Barranquilla.
Rostros elaborados en yeso de las víctimas de Unilibre se encuentran en la sede de Medicina Legal de Barranquilla.Fuente: Foto: El Tiempo - Crédito: Composición EP

Para millones de usuarios de Facebook, este sitio fundado por Mark Zuckerberg sigue siendo el lugar ideal para encontrar, no solo las diversas herramientas de comunicación con la comunidad, también porque en su mayoría de veces se comparten historias y noticias de casos de la vida real, muchas veces macabras.

Una de esas es la que pasó en una universidad donde mataban indigentes para vender sus órganos a la facultad de Medicina, un terrible hecho registrado hace 30 años y que fue difundido nuevamente para conocimiento de muchos. Como era de esperarse, la historia generó diversas reacciones en redes sociales.

Un hallazgo de 11 cadáveres en la morgue de una universidad colombiana reveló esta sanguinaria red de tráfico de órganos de la que un hombre logró escapar y su testimonio dio la vuelta al mundo.

Indigente se salvó de la muerte

Se trata de la Universidad Libre (Unilibre) en la que se conocieron los cuerpos de 11 indigentes que antes de ser asesinados habían sido torturados por los vigilantes del centro de estudios, según contó el sobreviviente.

Su nombre es Omar Enrique Hernández López, quien tan solo llevaba dos meses trabajando como cartonero, recorría las calles de la ciudad cerca de la 1:30 a.m. en búsqueda de material para vender en la mañana en las bodegas.

Según El Tiempo, justo cuando pasaba al frente de la Universidad Libre escuchó un grito: “Negro, ¿tú recoges cartón? En los patios hay montañas de cajas”, le dijo uno de los vigilantes. Fue así como ingresó a la institución.

 Foto: Captura reportaje Ernesto McCausland

Foto: Captura reportaje Ernesto McCausland

Acompañado de cuatro personas que trabajaban en la institución, llegó al lugar donde estaban los cartones, se agachó a recogerlos y le pegaron un garrotazo en la cabeza. Cayó al piso y lo siguieron golpeando.

Luego escuchó un disparo, era el tiro de gracia, pero seguía vivo. No sabía ni se explicaba por qué, y nunca nadie ha podido explicar por qué quien apretó el gatillo falló. Pensó que debía hacerse el muerto si quería vivir, según el mencionado medio.

“Lo desnudaron, lo pusieron en una mesa de anfiteatro y allí vio cuando llegaron con el otro herido. Luego lo metieron en una cubeta de formol, de donde se salió para salvarse”, escribieron los corresponsales de El Tiempo que cubrieron los hechos.

Indigente vivió momentos de tensión

Pasado el tiempo, revelan que regresaron los hombres y llevaban a una persona golpeada con ellos, a quien subieron a otra mesa.

“Después entraron con él y uno de ellos (de los atacantes) se me acercó, me tocó y dijo: ‘este está aún muy blando’ ”. Recordó que por unos minutos discutieron si terminaban el trabajo, pero finalmente dijeron que continuarían luego. Salieron y apagaron las luces”, publicó este diario en aquel entonces.

Esperó y cuando estuvo seguro de que no había peligro, se levantó y vio al otro reciclador golpeado. Olía a formol.

“Como a las 3 de la mañana me fui para la puerta, que se abrió cuando la moví, pero no salí enseguida, sino como a las 6”, contó desde el hospital.

De acuerdo a El Tiempo, logró escapar por el patio de atrás aprovechando que no había nadie y “corrió hasta el CAI que estaba ubicado a pocas cuadras de la universidad, donde contó su historia y se conoció lo que hacían en Unilibre. Luego fue llevado al Hospital de Barranquilla”.

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