
Una acción tan cotidiana como sentir la pata de tu perro sobre tu pierna puede esconder un universo entero de significados. Aunque para muchos es solo una forma de pedir atención, este gesto es parte de un lenguaje emocional que los perros han desarrollado para convivir con nosotros.

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Desde que nacen, los cachorros usan sus patas para algo vital: estimular la leche en su madre al empujar su vientre. Ese acto reflejo, ligado a la supervivencia, luego se transforma en una herramienta social que los acompaña toda su vida.
Cuando un perro adulto levanta la pata, no lo hace al azar. Ha aprendido que ese movimiento genera una reacción humana. Puede ser comida, caricias, compañía… y claro, lograr lo que quiere refuerza ese comportamiento.
Los especialistas en comportamiento animal explican que las patas forman parte del repertorio más básico de comunicación canina: junto con la mirada, la postura, la cola y las orejas.
Un perro puede usar la pata para:
Si el gesto viene acompañado de una mirada profunda y movimiento de cola, probablemente solo quiere cercanía… contigo.
Los perros aprenden rápido que el contacto físico obtiene respuesta. Si te toca porque está aburrido, frustrado o nervioso y tú reaccionas de inmediato, él tomará nota: esto funciona.
El gesto puede significar simplemente: "¡Mírame! Quiero interactuar contigo".
Los etólogos recomiendan redirigir esa necesidad hacia actividades positivas: un paseo, un juguete, unos minutos de juego o atención.
No todos los toques significan lo mismo. El contexto lo es todo. Un perro relajado que apoya la pata mientras lo acaricias puede estar diciendo: “Estoy contigo, me siento seguro”.
Pero si el cuerpo está tenso, la mirada se desvía y la respiración cambia, puede revelar:
Incluso levantar una pata sin tocar nada puede indicar alerta o conflicto emocional.
Es como una palabra dentro de una frase corporal: solo se entiende bien leyendo todo el cuerpo.
Sí. Muchas veces, la pata es una manera de reforzar el vínculo. Cuando aparece en un momento de calma o mientras recibe caricias, no está pidiendo algo… Está compartiendo afecto y conexión.
Si tu perro rasca, empuja o insiste con intensidad, puede haber algo más: ansiedad, frustración o incluso dolor físico.
En esos casos, lo ideal es:
No se trata de reprimir la comunicación, sino de guiarla con respeto y comprensión.
Cada vez que una pata se posa sobre ti, estás presenciando una forma antigua, emocional y profundamente honesta de comunicación. Tu perro no tiene palabras, pero tiene mil maneras de decirte algo… y una de las más dulces empieza con un toque suave en tu brazo.
Periodista especializada en actualidad y tendencias. Bachiller en Periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza. Redactora en Popular. Interesada en temas relacionados con actualidad nacional e internacional, virales en tendencia y más.