Nadie puede negar que el acné es una molestia para todas las personas que lo han sufrido o lo padecen. Son muchos los factores que influyen en su aparición, desde cambios hormonales hasta estrés o una mala alimentación.
Es una enfermedad que se produce cuando los folículos pilosos bajo la piel se obstruyen, formando las antiestéticas espinillas o granos. Aunque es habitual creer que esto se debe a la suciedad, una piel limpia también puede sufrir acné.
Se deben evitar las cremas grasas de manera preventiva. El maquillaje también puede producir acné si sus componentes no son adecuados para nuestra piel o si no está en buen estado, por eso se debe respetar la fecha de vencimiento.
En cuanto al sol, que suele considerarse beneficioso para el acné, puede en realidad agravarlo. El bronceado puede generar un efecto rebote al aumentar la producción de sebo para reparar la piel tras la exposición al sol.
Evita los precocinados, el embutido y los azúcares refinados. Los alimentos ricos en omega 3 ayudan a controlar el acné.
Se conoce como “triángulo de la muerte” a la zona en el centro de la cara que forma un triángulo, en el que el vértice superior se sitúa en el nacimiento de la nariz y los dos inferiores coinciden con las comisuras de los labios.
El peligro es que si toqueteamos un granito que nos haya salido ahí, existe un riesgo de infección, que puede ir de leve a muy grave. La razón es que que en esta área hay numerosos vasos sanguíneos que se conectan con el seno cavernoso (conducto principal del drenaje venoso del cerebro).
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Es sencillo que las bacterias viajen hasta el cerebro. Si eso ocurriera, podríamos sufrir trombosis, meningitis, abscesos cerebrales, parálisis, pérdida de la visión e incluso, poner en peligro la vida.