Las personas que velan por nuestra salud en un hospital, desde los profesionales de la salud, al resto de trabajadores que desempeñan su tarea en estos centros, ven a diario escenas muy tristes a consecuencia de la pandemia por coronavirus y se enfrentan a circunstancias que probablemente no olvidarán pero que, dependiendo de cómo las gestionen, tendrán un impacto emocional más o menos intenso.
En una investigación publicada en JAMA Network, realizada en 34 hospitales de China y en la que participaron 1.257 profesionales sanitarios que habían atendido a pacientes con COVID-19, ha revelado que el 50,4% de ellos presentaba depresión, el 45% sufría ansiedad, y el 35% afirmaba tener problemas de insomnio.
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Las circunstancias laborales en las que se encuentran ahora son extraordinariamente estresantes. Debido a muchas características como: la sobrecarga asistencial, la falta de recursos humanos, materiales y de protección, falta de control de la enfermedad, la edad; si es demasiado joven tiene falta de experiencia, y si es mayor, más cansancio y más riesgo de contagio y de que sus consecuencias sean más graves, etc.
En el mundo diferentes universidades como la Universidad Pontificia de Comillas, España, han iniciado ya investigaciones para conocer las secuelas emocionales del COVID-19 en el personal sanitario, que ayudarán a desarrollar estrategias de intervención para el manejo emocional de estos profesionales.
Sin embargo, existen algunas emociones que son normales en la situación actual que vivimos: ansiedad, angustia, frustración, irritabilidad, sensación de apoyo social y reconocimiento, sensación de bloqueo o dificultad para tomar decisiones, falta de control y culpa: esta emoción es más frecuente en una etapa posterior. Puede aparecer cuando te vas del lugar de trabajo.
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Las principales son la tristeza o vacío, el embotamiento afectivo: sensación de que tus emociones están “secas”, como si no pudieras sentir, distanciamiento emocional: sensación de que nadie de tu entorno te entiende, excepto las personas que han trabajado contigo, culpa por no haber podido hacer más, recuerdos y repaso mental de las sensaciones vividas, de cómo lo hiciste, etc., descenso de la sensación del apoyo social o reconocimiento que tuviste mientras intervenías. El principal riesgo emocional es el desarrollo de trastornos de ansiedad, entre ellos, trastorno de estrés agudo y del estado de ánimo.
Toma nota:
Asume el dolor ajeno: cuando un paciente te muestre miedo, o un familiar dolor ante la pérdida, acéptalo como normal.
Periodista especializada en tendencias e internacionales. Graduada en la Universidad Jaime Bausate y Meza. Redactora en el Popular. Interesada en temas relacionados con el medio ambiente, derecho de los animales, comunidades nativas y apoyo social.