Entre el mediodía y las 2:00 de la tarde hay una baja de energía, se almuerce o no. Por esa razón es necesario recuperar esa energía nerviosa.
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La forma de hacerlo es descansando, es decir, haciendo una siesta. Este descanso aumenta la lucidez mental, mejora el rendimiento físico y fortalece el corazón.
Si está en su centro laboral, cabecee unos minutos en su asiento, verá cómo se sentirá renovado.
En Japón, país admirable por su devoción laboral y por su avance tecnológico, la población en una gran mayoría hace siesta.
Hacer siesta no es sinónimo de pereza porque no debe durar más de 30 minutos. Por el contrario, mejora el rendimiento físico y mental, volviéndonos más activos. Además, controla los instintos y las emociones.
El hombre fue programado genéticamente para dormir gran parte de la noche y además dos o tres periodos cortos durante el día.
Media hora de siesta reduce en un 30% el riesgo de sufrir enfermedades del corazón.
Está totalmente descartada la creencia de que la pesadez que se siente luego del almuerzo es la que condiciona la necesidad de dormir, pues está demostrado científicamente que la lucidez intelectual decae después del mediodía, se haya o no ingerido alimentos.
Haga de la siesta un hábito satisfactorio. Cierre los ojos, concéntrese en su respiración y con la imaginación vaya a un bosque, una playa y concilie el sueño, aunque no duerma se relajará.
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