En el siglo XVIII surgieron una serie de manifestaciones en contra de la abusiva administración española en el virreinato del Perú.
Fueron desde pequeñas protestas hasta rebeliones de gran trascendencia como la encabezada por José Gabriel Condorcanqui, más conocido como Túpac Amaru II.
Sus orígenes
El levantamiento se originó a causa de las reformas fiscales instituidas por el visitador José Antonio de Areche, como el establecimiento del pago de aduanas y el alza de las alcabalas (impuestos). Al ver esto, el cacique José Gabriel Condorcanqui reclamó ante las autoridades coloniales en Tinta, Cusco y Lima, pero no obtuvo respuesta.
Esto desencadenó la primera fase de la rebelión con el apoyo de otros curacas, mestizos y algunos criollos. La rebelión se extendió rápidamente.
Entre los pedidos de Túpac Amaru estaba la abolición del sistema de reparto, de la alcabala, la aduana y la mita de Potosí.
El levantamiento
El 4 de noviembre de 1780, Túpac Amaru apresó al corregidor Antonio de Arriaga y lo obligó a entregarle dinero, armas y animales. Seis días después de su captura lo mandó a ejecutar públicamente.
Esta noticia llegó al Cusco, lo que hizo que el corregidor de esa ciudad organice una defensa e informara a Lima de la situación. El movimiento siguió creciendo, y las filas de ambos bandos se engrosaron.
El 18 de noviembre de 1780 se enfrentaron en Sangarará (Cusco), donde triunfaron los rebeldes. Pese a ello y luego de varias luchas, las tropas represoras enviadas desde Lima por el virrey Jáuregui derrotaron y capturaron a Túpac Amaru II el 5 de abril de 1781, condenándolo a muerte.
El 18 de mayo intentaron descuartizarlo vivo en medio de la plaza del Cusco pero no pudieron; por ello, lo decapitaron poniendo fin a su vida y a la rebelión indígena, que marcó una etapa importante en la historia peruana.
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