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"Nos echaron como perros": el testimonio de una mujer que huye de Guatemala hacia EE.UU. con su familia

Los migrantes dicen huir de una Honduras fuertemente golpeada por el paso de los huracanes Eta e Iota en noviembre y la falta de empleo por la pandemia, que se suman a un país acribillado por la violencia, pandillas y el narcotráfico.

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Junto a Olga van su esposo Ángel y su hermano Jairo, así como sus otros hijos de 8, 6 y 5 años. | EFE/Esteban Biba | EFE/Esteban Biba

Olga era vendedora ambulante en una terminal de buses en Honduras. Pero de un momento a otro el lugar fue privatizado, “cerraron todo y nos echaron como perros”, recuerda. Ahora camina por Guatemala rumbo a Estados Unidos, junto con su esposo y sus cuatro hijos, según información de EFE.

Olga Ramírez, de 28 años, es una de los casi 9.000 migrantes que entre el viernes y el sábado ingresaron a Guatemala por el paso El Florido, 220 km al este de Ciudad de Guatemala. Planea recorrer más de 450 km rumbo al norte, para tratar de pasar hacia México.

Recuerda que los sacaron de la terminal del municipio de Danlí, en el departamento hondureño del Paraíso. El alcalde decidió privatizar y por ello se vieron en la necesidad de salir a vender a las calles y poner en riesgo la salud debido a la pandemia del nuevo coronavirus.

“Nos echaron como perros (del terminal donde trabajaba), como basura, como si no valiéramos nada en el país y no tengo una profesión para mantener a mi familia”, cuenta la mujer a la AFP. Seca sus lágrimas sin perder el paso, andando por un lado de la carretera, con su hijo de tres años en brazos.

Junto a ella van su esposo Ángel y su hermano Jairo, así como sus otros hijos de 8, 6 y 5 años. Los dos últimos van sentados en un cochecito de metal para bebés, que por momentos parece que fuera a colapsar.

El riesgo en plena pandemia

Olga lleva una mochila y usa sandalias para enfrentar la caminata. Lleva un cubrebocas como protección por la pandemia y reconoce el peligro de viajar con sus cuatro hijos.

“Si nos quedamos en Honduras nos arriesgamos a comer un día y otro no y si salimos del país nos arriesgamos a que algo nos pase. Pero si lo logramos y llegamos a Estados Unidos y nos dan asilo político llevamos la meta trabajar y mantener a nuestra familia”, anhela.

“Vengo hasta pidiendo (ayuda) para poder darle el sustento a mis hijos, porque allá no hay nada, no hay trabajo y mis hijos aguantan hambre y todo, por el desempleo y no hay apoyo ni del gobierno”, lamenta.

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