Si has visto la inolvidable película La ciudad y los perros, su rostro de villano quedará clavado en tus recuerdos; si te reíste con la súpertaquillera cinta Pantaleón y las visitadoras sabes que no habrá otro “Sinchi”; si lo encontraste en innumerables escenas de una decena de filmes y series de TV, sabrás que ya no hay otro actor como él: Aristóteles Picho.
Pero si alguna vez lo aplaudiste en el teatro sentirás su inmensa ausencia.
Aristóteles Picho apagó ayer la película de su vida. A sus 56 años, no resistió más la lucha diaria que libraba desde hace dos años contra el síndrome cordonal posterior, extraña enfermedad que ataca a una entre mil personas.
Muy temprano, la muerte lo sorprendió en su cama. Un paro cardíaco le hizo bajar el telón.
“Estaba descansando en su casa y aparentemente un paro cardíaco se lo llevó”, dijo su cuñada Chela Ormeño a una radio local.
“Siempre estaba con sus proyectos de cine y televisión”, añadió tras recordar que la última obra teatral en la que actuó fue Marat/Sade dirigida y producida por Efraín Aguilar hace apenas dos meses.
En efecto, pese a que estaba postrado en una silla de ruedas porque la enfermedad lo había inmovilizado, “Ari”, como le decían sus amigos, no se rindió nunca.
“Me complica mucho la vida pero al mismo tiempo me ofrece más retos. Es un reto enfrentarme a la cotidianeidad. Un día la silla de ruedas se rompió conmigo encima y tuvimos que ponerle más cadenas. Se tuvo que comprar otra y también se rompió. Sabíamos hasta dónde era el límite de esa silla”, contó sobre su enfermedad en una entrevista televisiva.
LA EXTRAÑA ENFERMEDAD
Un día, sin explicación alguna, Aristóteles llegó a marcar 51 grados de temperatura. La fiebre lo asustó.
“No sé cómo ocurrió. Es una generación de nuevas enfermedades. No tenía nada y de pronto tuve una fiebre de 51. Imagino que deben haberse muerto un millón de neuronas”, refirió “Ari”, cuyos movimientos en sus extremidades fueron afectadas por el golpe de calor en la médula espinal.
Sin embargo, ese síndrome cordonal posterior, como le diagnosticaron los médicos, no detuvo su pasión por la actuación.
Tras seis meses de recuperación, el huancaíno volvió al ruedo. Su reaparición en el teatro quedó como ejemplo de coraje el año pasado. Adaptó su personaje “Orestes” a la parálisis y la gran fiebre que él sufría. Su capacidad interpretativa no fue afectada.
SIN HIJOS PERO CON ALUMNOS
Con 30 años de carrera actoral y, pese a tener miles de admiradores, Picho no deja ningún huérfano. Cuando tenía 13 años decidió no tener hijos.
“No soy solitario sino un poco complicado. A los 13 años me decía que no iba a tener familia ni nada”, declaró una vez. Como herederos, Picho deja una enorme legión de alumnos, a quienes dictó clases en sus talleres en el Centro Cultural de la Católica y la Universidad de Lima.
EL “SINCHI” EN PANTALEÓN
A pesar de haberse codeado y compartido roles nada menos que con Meg Ryan y Russell Crowe en la película Prueba de vida el 2000, Picho le tenía más cariño a la cinta Pantaleón y las visitadoras. “Fue simpática la película (con Meg Ryan) pero nada del otro mundo.
El “Sinchi” (de Pantaleón) me parece mejor. Es un periodista interesante en nuestra sociedad. Es un personaje tan rico como la colombiana (Angie Cepeda)”, comentó en una entrevista con Beto Ortiz.
EL EVANGELIO DE PICHO
Su última aparición en la pantalla grande fue este año, en el filme policial El evangelio de la carne, en la que encarna a un mafioso en el negocio de peleas de gallos. También tuvo un papel en la reciente cinta peruana Coliseo, los campeones pero nadie olvidará su debut actoral en el cine cuando dio vida al “Boa” en La ciudad y los perros”, donde empezó todo.
LA DESPEDIDA DE PICHO
Admirador de actores como Bruno Odar y Norma Martínez, de quienes también aprendió, Picho tendrá la despedida que se merece por parte del gremio artístico. Su cuerpo será velado en el auditorio Los Incas del Museo de la Nación, en San Borja. Los artistas lloran su partida.
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