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Hincha Israelita casi pierde su matrimonio por amor a la Bicolor: "Dejaba de trabajar para estar con la selección"

David Chauca confesó que estuvo a punto de separase de su esposa tras tener una discusión por su fanatismo a la selección peruana. “Estaba llorando, pero si tengo una orden de Dios”, dijo.

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Hincha Israelita confiesa pasar momentos duros por seguir a la selección. | Foto: Abraham Alvarado | Composición El Popular.

David Chauca o simplemente el Hincha Israelita sostuvo una entrevista con El Popular y habló respecto al inicio de su llamativo personaje, los problemas que atravesó con la hinchada –que lo tildaban de salado– y, sobre todo, con su esposa que estuvo a poco de terminar con el matrimonio porque el apasionado hincha lo deja todo por la Bicolor.

¿Cuál es su objetivo?
Que Perú sea campeón mundial. Un poco complicado, pero nada es imposible. Nadie pensó que Alemania goleaba a Brasil y pasó. Iba a pasar en Rusia y avanzábamos de ronda.

—¿Qué tan cierto es el rumor de lo que usted hizo en Rusia?
Ja, ja, ja. Había una foto con una rusa agarrados de la mano entrando a un hostal. Fue montada la foto. Las rusas son tentadoras, pero gracias a Dios pude contenerme. Las rusas me miraban como un jeque, pero misio ja, ja.

—¿Cómo nace el Hincha Israelita?
Desde niño oraba para que Perú gane. Los jugadores rezan, se persigan, se arrodillan. Entonces me dije que también importa la parte espiritual y hablé con mis hermanos para que Dios ayude a romper el maleficio e ir al Mundial. Estoy desde el 2010.

—¿Tuvo vergüenza cuando comenzó con su personaje?
Al principio sí. Sentí rechazo de algunos, peor cuando nos quedamos eliminados. Pero estaba convencido porque Dios me lo ordenó.

¿Pensó dejar el personaje del Israelita?
Eso pasó en la Videna. Yo estaba parado y la gente pasaba insultándome: salado, anda a trabajar. En ese momento clamo a Dios y le pregunté por qué pasaba eso. Al final hice oídos sordos y me quedé con más fuerza.

—¿Cómo toma su familia, su esposa, su ausencia para estar con la selección?
Al principio había problemas en mi hogar, ya que dejaba de trabajar diez días para estar en los entrenamientos hasta el día del partido. Ella se molestaba, me decía que la selección era como mi amante porque me olvidaba de ella y de mis hijos. Yo cumplo con mi familia: dejo el dinero de la semana adelantada.

—¿Casi se termina su relación con su esposa?
Nunca lo he contado, te cuento a ti. Recuerdo que mi señora e hijos estaban enfermos, pero yo quería ir a la Videna. Escucho una voz: ellos no se van a morir. Cuando volví a casa mi esposa me dijo: si tú amas más a tu selección, te vas, me voy con mis hijos. Pensé que ya no debía ir, no quería perder a mi familia. Tomé mi moto, estaba llorando, pero si tengo una orden de Dios y si ella se va, pues se va. Una hora después ella volvió con otro pensamiento y me dijo: mañana tienes que ir a la Videna. Mis hijos se sanaron, fue un milagro. Es primera vez que lo cuento y ha sido a usted.

Foto: Abraham Alvarado.

—¿Cómo usted se unió a la hermandad?
Tenía problemas internos. Yo era ambulante y un hermano me llevó a Cieneguilla. Antes existían los velos, las túnicas. Me uní a los 23 años y ahora tengo 47.

—¿Cómo es eso de que usted escucha voces?
En la Biblia dice que Dios habla por sueños, ejemplo: el sueño de María que iba a ser concebida por el Espíritu Santo. Tenemos un sexto sentido en la que Dios nos habla a nosotros.

—Antes de que sea israelita, ¿cómo era su vida?
Era un desastre, era malo. Era una persona mala, no tenía escrúpulos y comenzaba a robar, le levanté la mano a mi papá. Fui una persona mala, la verdad. Eso que yo empecé estudiando marketing en IDAT.

—¿Por qué no llegó a culminar sus estudios?
Mi papá me pagaba la carrera, a mí me gustaba administración de empresas. Pero conocí la vida mala, me apegué con las personas que me llevaban a tomar y me gustó. Me enamoré y fue peor, me decepcioné y comenzaba a tomar gastándome la plata de la pensión. Choque con todo. En ese momento fue que conozco a los israelitas. Dejé de estudiar y me interné tres meses en Cieneguilla y conocí la palabra, sino ahora estaría muerto.

—Antes de terminar, comentó previo a esta entrevista que nadie se responsabilizó de su accidente
Regresaba de Cieneguilla y me accidenté. Me operé, me apoyaron, pero las secuelas siguen. Mi mano tiene fisura y recibo las consecuencias. No me acuerdo su nombre, él me conoce y le pido que se haga responsable o que me apoye en algo. La última vez que lo escuché quería ir a juicio, yo no quiero. Lo dejo en manos de Dios.

SOBRE EL AUTOR:

Periodista especializado en deportes y con interés en el de guerra. Licenciado en la Universidad Tecnológica del Perú. Redactor senior en El Popular, con capacidades en diseño y edición. Interesado en temas de política, ambiental y cultural.