Falleció Justo Arizapana, reciclador que ayudó a encontrar restos del caso La Cantuta

Guiados por un mapa que él dibujo, lograron encontrar los restos de estudiantes asesinados por el Grupo Colina.

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Marcó la historia de todo un país y gracias a su ayuda se pudo revelar uno de los crímenes más atroces cometidos en el régimen fujimorista en los años 90. Justo Arizapana Vicente de los 61 años de edad, falleció debido a complicaciones en su salud en medio de la extrema pobreza.

En 1993, el reciclador de Cieneguilla pudo narrar lo que sucedió aquella madrugada del 25 de abril, cuando logró ver a un grupo paramilitar denominado Grupo Colina, enterrar a los restos de nueve estudiantes y un profesor de La Cantuta.

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Foto: GLR

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El hombre, pese a las complicaciones de aquel entonces, pudo guiar a la prensa al hallazgo de las víctimas, gracias al dibujo de un mapa hecho por él mismo, cuando aún nadie tenía conocimiento del paradero de los desaparecidos de aquella universidad.

Según pudo conocer La República, Arizapana Vivente tenía problemas en su salud las últimas semanas, sin embargo, gracias a la ayuda de algunas personas, el Ministerio de Salud logró atenderlo en su vivienda ubicada en Cañete; y se pudo descartar que haya sido contagiado de COVID-19.

Debido a una parálisis que afectó el lado derecho del cuerpo, Justo tenía complicaciones para desplazarse con facilidad, algo que le impidió seguir trabajando como reciclador; quedando dependiente de sus familiares quienes tampoco contaban con una estabilidad económica.

En el año 2017, la Coordinadora contra la Impunidad y familiares de las víctimas de La Cantuta realizaron una campaña que ayudó a que Arizapana obtenga alimentos y una pequeña vivienda de drywall situada en el lugar donde antes se encontraba ubicada su humilde choza.

Héroe nacional

Como se recuerda, Justo Arizapana Vicente, quien aquel entonces, en 1993, vivía en Cieneguilla, contó cómo aquel 24 de abril por la noche, llegaron varias camionetas junto a hombres con pasamontañas para cavar fosas donde colocaron varios bultos. Un día después se acercó al lugar y descubrió los restos quemados de dichos estudiantes.

Junto a su amigo Guillermo Catacora denunciaron el hecho en el despacho del entonces congresista Roger Cáceres, quien era el presidente de la Comisión Investigadora y pidió las pruebas necesarias para corroborar el hecho.

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Es así, que regresaron al lugar para entregarle los huesos en un sobre y un croquis que ayudaba a encontrar el lugar donde estaban las fosas. La copia del plano fue entregado a diversos periodistas, uno de ellos fue Edmundo Cruz, de La República.

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Por temor a las represalias, Justo Arizapana vivió ocultando su identidad que finalmente fue revelada por Ricardo Uceda en el año 2004 en su libro 'Muerte en el Pentagonito', tras la caída de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos.