El uso de apodos en la pareja, ¿son buenos o malos?
No todos los apodos son positivos y algunos hasta pueden lastimarte más de lo que crees.
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¿Sueles llamar “cielo” o “bebé” a tu novio? Poner apodos es una práctica común entre las parejas pues ayuda a acercarse de una forma cariñosa y potenciar el vínculo. Sin embargo, en muchas ocasiones, este hábito puede causar violencia en la relación.
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Lo positivo
“Decirle al ser amado un sobrenombre es para dejar en claro que no eres cualquier persona, eres especial. Con esto se crea intimidad, armonía y una respuesta positiva en la relación. Tú no eres “Claudia” o “Tania”, eres mi “princesa”, mi “preciosa”, explica Óscar Galicia, investigador de psicología de la Universidad Iberoamericana de México.
Lo negativo
Por lo contrario, “gorda”, “vieja” o “bruja” son algunos apodos que denotan un trasfondo negativo en quien lo dice, indica Galicia.
”Con estos apodos se recalcan constantemente los errores y defectos de la otra persona. En este tipo de relaciones el amor pasa a segundo término y predomina la posesión, autoridad, dominio y violencia”, advierte.
Si tu pareja se refiere así de ti, ¡no lo permitas!
Beneficios de usar apodos “cursis”
Según un estudio publicado en la revista Personal Relationships de Estados Unidos, mientras más usen tú y tu pareja un apodo para referirse al otro de forma cursi, más éxito tendrán en su relación.
La explicación es que, el nivel de satisfacción en la pareja está directamente relacionado con el uso de apodos cursis, porque estos incrementan la comunicación, algo, como sabes, fundamental en toda relación. Eso crea un vínculo más cercano. Ejemplos de apodos cursis: amorcito, gatita, papi o tigre.
Pero eso no es todo, el estudio también arrojó otras conclusiones: al usar este tipo de apodos, la pareja es más estable y feliz. Ahora tendrás más motivas para llamar de forma cariñosa a la persona que amas.
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¿Cuándo no hay que utilizarlos?
Según los psicólogos, cuando el afecto es muy fuerte, el uso del nombre propio entre la pareja parece casi inapropiado. Y es que suele relacionarse con momentos de enojo. Y claro, tal como Doña Florinda llamaba Federico a Kiko cuando se enojaba, probablemente tú también utilizas el nombre de tu pareja y no su apodo cuando pelean.
También no debes repetirlo en público, ya que si uno de los dos se siente incómodo podría acarrear más problemas en la relación. Otra de las cosas que no hay que hacer es degradar al otro con el alias. Los apodos son una forma de hacer sentir bien a quien te acompaña, no de incomodarlo.
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