Sonia Morales: “Para triunfar, no debes tener prejuicios”

Esta empresaria no requiere presentación. Nacida en Musho, centro poblado de Ancash, queda con ustedes: “La Internacional Sonia Morales”.

Únete al canal de Whatsapp de El Popular
El precio más caro que pagó por alcanzar la fama fue alejarse de sus hijos.
El precio más caro que pagó por alcanzar la fama fue alejarse de sus hijos.

Por: Antonio Orjeda

Fotos: Ximena Barreto

Esta empresaria no requiere presentación. Nacida en Musho, centro poblado de Ancash, queda con ustedes: “La Internacional Sonia Morales”.

—¿Qué edad tenía cuando afuera del Mercado Modelo de Chimbote vendía picarones?

—Trece o 14 años. 

—¿Entonces cuál era su mayor preocupación?

—Siempre quise hacer feliz a mi madre. Pasábamos muchas necesidades, y yo –con mi trabajo– siempre quise acabar con eso. ¡Nunca he sido de quedarme! Entonces mi sueño era tener un uniforme. Mis compañeros iban al colegio con su uniforme completo. A nosotros siempre nos faltaba algo: zapatos, medias... 

—Llegó a Lima a los 15, no porque usted quisiera...

—No, pues. Allá me querían hacer casar (ríe). Yo no quería, así que me rebelé y me vine. No me arrepiento. 

—¿Qué habría sido de usted si no se rebelaba?

—Estaría pastando ovejas en mi pueblo. 

—No sería “La Internacional Sonia Morales”...

—Exacto. Pero hay que ser perseverante. Para que una persona triunfe no debe tener prejuicios, tiene que sentirse segura de sí misma. Muchos dicen: “Soy pobre, no tengo trabajo”; y no buscan. He tenido parientes que se quejaban de su mala suerte, ¡pero no hacían nada por superarse!

SOÑABA GRABAR UN DISCO 

—Estando aún en el colegio participó en un concurso que buscaba a los nuevos valores del folclor. ¿Por qué?

—La música me llamaba. ¡Siempre mi sueño fue grabar un disco! “Algún día voy a grabar”, decía. Y ese sueño lo cumplí, pero no pensando en llegar a ser exitosa, porque yo quería seguir trabajando en lo que estaba. Nunca pensé que mi música gustaría tanto. Yo solo quería tener un recuerdo. 

—No ganó ese concurso pero su voz y su carisma gustaron mucho, tanto así que le propusieron ir a cantar a El Salón del Folclor...

—Sí, me lo propuso el señor Eusebio (“Chato” Grados, quien organizó dicho concurso). Pero cuando uno no es conocido te marginan, no te hacen cantar. Habíamos quedado en que me reconocerían mis pasajes, pero… 

—¿Ni eso?

—Cuando eres nueva, las administradoras si quieren te dan. 

—¿Qué edad tenía?

—¿Cuántos serían? 16 años. 

—Si era tan bravo, ¿por qué continuó?

—Porque hay que ser perseverante.  

—No sabía que, en cuestión de años, terminaría viajando por el mundo...

—Por supuesto que no. Por eso siempre he sido muy agradecida con la vida, porque siendo de un poblado tan pequeño –Musho, que está al pie del nevado Huascarán–, del que salí prácticamente con lo que tenía puesto, llegué a la capital con ganas de trabajar. Quería emplearme en alguna casa, pero era tan difícil, porque te pedían carta de recomendación, ¡y a mí nadie me conocía! 

—Quería ser trabajadora del hogar...

—Al principio, pero como no encontré, me quedé ayudando a mi tía. Ella tenía un puesto de ropa en el Mercado Central. 

—Era ambulante...

—Ambulante, ¡y vendía bien! Aprendí, pero como la venta no era permanente, me hice un sitio y también comencé a preparar picarones. ¡Nunca he sido de quedarme! 

MUJER TRABAJADORA 

—Su oficio es matador. ¿Cuántas presentaciones ha llegado a realizar en una misma noche?

—Hasta cinco. Empiezas a las 7:00 de la noche, terminas a las 8:00, vas al otro y a las 9:00 empiezas; llegas al otro a las 11:00. Haces cinco presentaciones, bien trabajadas, pero terminas… 

—Muerta...

—Sí. A las 5:30 de la mañana estás terminando. A veces, a la segunda o tercera presentación, dices: “Ay, ¡por qué acepté!”. Pero también es una satisfacción el que la gente te espere con ganas, y a pesar de estar cansada, ves al público entusiasmado y alegre, queriendo escucharte, y eso –¡uf!– te levanta. 

—Siendo así, ¿qué tan fuerte fue el que el 2010 le diagnosticaran un tumor en la garganta?

—Fue una época muy triste. Pensé que nunca más iba a volver a cantar. Ponía mis discos, los escuchaba, intentaba cantar y… El médico me dijo: “En dos o tres meses, vas a estar bien”. Pero pasaron cuatro meses, ¡medio año! Piensas que nunca más vas a volver a subir a un escenario, que nunca más vas a volver a cantar. ¡Es deprimente! 

—Tener voz y carisma, no bastan. ¿Cómo hizo empresa?

—Hay temor. Dices: “No es mi campo. De repente me va bien, de repente me va mal”. 

—¿Alguna vez la han estafado?

—Sí, me han estafado varias veces… Pero si uno no empieza, nunca aprende. Por eso debes tener poder de decisión. Decir: “Yo quiero hacer esto. Me salga bien o mal, ¡lo hago!”.

ESTUDIO DE MERCADO 

—No tiene estudios, ¿cómo explica el estar llevando tan bien su empresa?

—Para ser empresario no es necesario tener estudios ni profesión, porque hay muchos que han venido del campo, que no saben leer ni escribir y son empresarios exitosos. En principio, yo creo que es importante analizar en qué negocio te puede ir bien. A partir de ahí, se hace un estudio de mercado. 

—El precio que pagó por alcanzar la fama fue no haber estado con sus hijos...

—Esa ha sido la parte más dura de mi carrera. De repente debido a las muchas necesidades que sufrimos de niños, pienso que el dinero es importante. Muchos dicen: “Aunque no tenga dinero, soy feliz”.  

¡Eso no es cierto! Una pareja también tiene dificultades: te casas y puedes estar sin dinero un año, dos años, porque estás enamorado, pero luego ves la necesidad y empiezan los conflictos en el hogar. Yo sí pienso que es importante, y por eso siempre creí que debía ahorrar para que mis hijos tengan para sus estudios, para que mañana más tarde sean profesionales, porque el dinero, así como llega, también se va. Dicen que la pobreza es para toda la vida, en cambio el dinero solo para un cierto tiempo. 

PACIENCIA PARA LOGRAR OBJETIVOS

—¿Con la popularidad se acaban los problemas?

-Siempre hay problemas, tengas o no tengas popularidad. Yo, por mi inexperiencia, cuando empecé permanentemente me metía en problemas con la Sunat. No sabía que tenía que pagar impuestos: ahorraba mi dinerito, lo ponía en el banco, hasta que la Sunat me notificó. Asumí mi responsabilidad, pero también me deprimí porque me iban a quitar casi todo.Pero era por mi desconocimiento.  

—Las poderosas historias de éxito se pueden ir al tacho en un dos por tres...

-¡Por supuesto! El dinero, si no lo sabes administrar te dura solo cierto tiempo. Por eso he querido invertir en distintas empresas; y felizmente tengo la bendición de Dios. Claro, tienes que lucharla, pero con paciencia se logran los objetivos.

Para leer la entrevista completa entre a: http://www.mujeresbatalla.pe

SOBRE EL AUTOR:

Revisa todas las noticias escritas por el staff de redactores de El Popular.

Cargando MgId...