Pitín Zegarra sobre la tragedia de Alianza Lima: “Me salvé de morir al no subirme al Fokker”
Ptín Zegarra recuerda los últimos momentos de aquel equipo de Alianza Lima. Fue DT del Deportivo Pucallpa que ese día perdió ante los victorianos
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Un día como hoy, hace 36 años, el plantel de Alianza Lima partió a la eternidad. Testigo de los últimos momentos de los Potrillos fue Víctor ‘Pitín’ Zegarra que, como entrenador de Deportivo Pucallpa, los enfrentó por última vez. Y desde esa fecha el ídolo del club victoriano siente un dolor en el corazón cada vez que recuerda aquel episodio.
—¿Qué significa haber enfrentado por última vez a ese equipo de Alianza?
—Esos muchachos eran como mis hijos, a casi el 90% los había dirigido o los conocía de menores, pues fui entrenador de Alianza entre 1980 y 1983. Por esas cosas del destino como entrenador de Deportivo Pucallpa me tocó enfrentarlos por última vez.
—¿Presagiaba algo?
—Minutos antes del partido me escondí, no les quería dar cara porque Marcos Calderón era esa idea que al rival no se le saluda. Pero los muchachos me encontraron y me saludaron de manera efusiva, sin imaginar que sería una despedida.
—¿Se despidió de Marcos Calderón?
—Al final de partido se me acercó Marcos a saludarme y me dijo que Pucallpa está jugando bien, me alentó. Lo noté de manera efusiva, sincero. También se me acercaron los muchachos y Caíco Gonzales Ganoza me dijo que el avión salía a las 6:30 p. m. y que había sitio para mí si deseaba viajar a Lima. Me salvé de morir, si no no estaría hablando contigo hoy. No era mi hora,
—¿Pensó viajar en el Fokker?
—Sí, porque ese partido con Alianza fue un martes y el sábado teníamos que jugar en Lima. Pensé subirme al avión para a ver la logística, pero como perdimos 0-1 preferí quedarme.
— ¿Cómo se enteró de la tragedia?
—Vivía en un hotel y a la 1:30 a. m. tocan la puerta y me despierto molesto. Eran unos empleados del aeropuerto de Pucallpa y me preguntaron cuántas personas entran en el chárter que viajó Alianza. Le dije que ahí entran como 60 y les pregunto por qué. Fue ahí que me dicen que el avión de Alianza no ha llegado a Lima y está desaparecido.
—¿Y cómo la pasó desde ese momento?
—Ya no pude dormir. Echado en mi cama, lloraba y rezaba para que nada malo haya pasado. Y al amanecer a un amigo taxista le pedí que me lleve al aeropuerto.
—La procesión iba por dentro.
—Fue terrible. La gente me decía: “¡Qué desgracia!”. Al llegar al aeropuerto y hablar con los encargados me dijeron que el avión se había caído al mar. Me desmayé y casi me caigo al suelo, de no ser por el amigo que me acompañaba, quien me contuvo.
— ¿Cómo lidió con el dolor?
—Me chocó esa noticia. Los periodistas querían entrevistarme, pero no podía hablar, era un mar de lágrimas. Me costó recuperarme.
—¿Es verdad que usted tenía la pelota de ese partido?
—Sí. Detrás de uno de los arcos había un árbol y la pelota quedó atrapado, lo saqué y lo guardé. Luego, al ir a Lima, se lo regalé a la dirigencia de Alianza.
CAÍCO GONZALES Y GANOZA Y ESCOBAR
—¿Recuerda algo especial de los Potrillos?
—Eran buenos muchachos, se hacían querer. Recuerdo que cuando dirigía Alianza, siempre salía en buzo, pero para un partido en Puno me puse terno. Al final del partido se desató una granizada, los muchachos fueron corriendo al banco y me cargaron hasta el vestuario para que no me ensucie.
—¿De Caíco qué recuerda?
—Un muchacho muy noble. Con su talla tenía problemas en el juego aéreo. Un día con el profesor Javier Castillo, quien trabajaba con los arqueros, le dijimos que tenía que salir con la rodilla en alto en los centros, pero él nos decía que podía lesionar a los rivales.
—¿Y del Potrillo Escobar?
—Era un jugador completo, veloz, habilidoso y con buen juego aéreo.
—¿Qué reflexión de esta fecha?
—Cada 8 de diciembre voy a misa, rezo por ellos. Esa tragedia fue un duro golpe para el fútbol peruano porque se fue una generación que iba a ser el recambio en la selección. Dios tenga en la gloria a todo ese equipo de Alianza. Nunca los olvidaremos.