Checho Ibarra: “En China comí escarabajos”

Checho Ibarra confesó que, de no haber sido futbolista, sería carpintero. Recordó el título de la Recopa que ganó con Cienciano a Boca.

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El Checho Ibarra repasa su trayectoria y sus vivencias en el fútbol.
El Checho Ibarra repasa su trayectoria y sus vivencias en el fútbol.

Carlos Lara Porras

El Checho Ibarra llegó a los 18 años al Perú sin imaginar que acá haría casi toda su carrera y se convertiría en el goleador histórico del fútbol peruano, con 274 tantos.

Sergio Ibarra recuerda cuando allá por 1992 partió de su natal Río Cuarto (Córdoba, Argentina) para hacerse un nombre en nuestro balompié.

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Hoy, ya con pasaporte peruano y con trabajo como presentador de noticias deportivas en un canal de televisión, hace un repaso de sus casi 30 años en estas tierras y en otras donde también hizo carrera con la pelota, como en El Salvador, China y Colombia.

—¿De no ser futbolista qué serías?
—Si no hubiera sido futbolista quizá sería carpintero, mi padre era carpintero y yo estudié ese oficio. Hacía muebles. No terminé de estudiar porque a los 16 años me promueven al primer equipo de Sportivo Atenas y empecé a ganar plata.

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—¿Qué hiciste con tu primer sueldo?
—A los 16 años, no ganaba mucho. Compré cosas para la casa y un par de chimpunes, pues jugaba con unos botines que me regaló mi abuelo y que tenían tobilleras.

—¿Cómo llegas al Perú?
—Estaba en Primera a los 18 años, tenía dos años jugando, era uno de los jóvenes de Sportivo Atenas y venía como goleador desde la reserva. Un empresario peruano vino a Río Cuarto, me vio en un partido, habló con el club y compró mi pase para jugar por Ciclista Lima en Segunda de Perú.

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Noticia bomba

—¿Te chocó venir al Perú?
—Era la primera vez que salía de Río Cuarto, era el 92. Había terrorismo, bombas, toque de queda, la gente paraba asustada. Me costó adaptame los tres primeros meses.

—¿Cómo se da tu llegada a Sullana para jugar por Alianza Atlético?
—Tenía dos años de contrato con Ciclista, pero el 93 ya no se permitió extranjeros en Segunda. Me fui a Sullana a probarme en el Alianza Atlético y quedé. El Tano Bártoli me hizo debutar en Primera.

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—Y en Sullana conociste primero a tu suegra.
—Sí, tenía una cochera donde los compañeros dejaban sus carros. Cocinaba rico. Me hice amigo de ella, era como una madre.

—Y así conoces a tu esposa.
—Por la calle, por la Plaza de Armas, ya correteaba a mi señora. Siempre me la encontraba y la saludaba. No me daba bola. Al mes me entero que era la hija de la señora de la cochera. El destino ya estaba escrito.

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—Ese triplete que le haces con Cienciano a Leao Butrón que atajaba en Alianza el 2005, ¿es tu mejor partido?
—Sí. Con el Viejo Jurado no jugaba mucho, el titular era Roberto Silva, pero estaba suspendido. Estuve inspirado esa tarde y le hice tres golazos a Leao, quien hoy es mi amigo.

—¿A qué arquero lo tenías de hijo?
—A todos. A Balerio, a Leao. Ibáñez, Penny, Roverano, Chiquito Flores, los tenía de hijos. Siempre le hice más goles a los arqueros de Alianza, Cristal y Universitario.

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Campeón de la Recopa

—¿Qué recuerdas de la Recopa que le ganan a Boca en 2004?
—Boca tenía un equipazo con Tévez, Palermo, Cagna, Abondanzzieri. El bus no se apareció para llevarnos al estadio y aparecieron cinco limusinas. Como estábamos en Miami, pensé que llegaban estrellas de Hollywood, pero eran para que nos lleven al estadio.

—¿Qué les dijo Ternero?
—Antes de los penales, Freddy nos dice: “Esto es una ruleta rusa, los penales puede ser para cualquiera”. Intervine y le dije: “Freddy, no es una ruleta, vamos a ganar”. Convertí y Saraz, que era el último, se moría de miedo, menos mal Ibáñez le tapó a Tévez y a Vargas. En el hotel, Freddy lloraba, era el entrenador que le había ganado a los dos más grandes de Argentina y Sudamérica.

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—Estuviste un tiempo en China, ¿cómo te fue?
—Estuve tres meses, no llegué a jugar porque Juvenal Silva pidió más de lo que se acordó con los chinos, que se enojaron y se cayó todo.

—¿Qué fue lo más raro que comiste en China?
—En el hotel había dos salones de comida, uno de verduras y frutas y otra de animales. Quería probar un chanchito o pollo, pero había escarabajos, anguilas, animales raros, monos, ranas, insectos. Probé un escarabajo y el aceite de ese bicho me quedó como tres día en la boca. Nunca más.

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—¿Y para cuándo tu programa propio?
—Es un sueño. La carrera de entrenador es difícil y no se valora, a los dirigentes no les interesa los proyectos, solo los resultados. Me siento feliz como comentarista y ojalá pueda quedarme tiempo.

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