Tío matraca: Gonzalo del Valle viajó de incógnito a Tailandia y regresó famoso

Armando Arango

Fotos: Marco Cotrina

Viajó a Tailandia como Gonzalo del Valle -muy pocos lo conocían en el mundo del vóley-, y regresó al Perú como el “Tío Matraca”. 

Y es que el papá de la ‘matadorcita’ Luciana del Valle se ganó el cariño de la gente con ese peculiar estilo de alentar al equipo de Natalia Málaga en el Mundial, precisamente con una matraca pintada con los colores patrios.

“Hicimos un gran esfuerzo y valió la pena”, asegura Gonzalo, quien es una persona alegre -está de más decirlo- y muy entusiasta, respetuoso y nada sobrado, hasta humilde se podría decir. 

—¿Cómo se animó a viajar a Tailandia?

— He viajado a varios torneos, pero hace dos años no pude ir al Sudamericano en Uruguay. Por eso, una vez que clasificamos al Mundial me prometí acompañar a la selección. Sabía que tenía que ejercer mi rol de padre y el de alentar al equipo.

—Todos lo conocen como el “Tío Matraca. ¿Le gusta la chapa?

—(risas) Me cayó esa chapa junto a César Delgado (papá de Violeta, también seleccionada), quien fue el primer “Tío Matraca”. En la calle me saludan, la gente se acuerda de mí y eso me hace feliz.

—¿Cómo vivió el Mundial en la tribuna?

— Sin duda fue un partido aparte lo que se vive desde la tribuna. Lo hemos vivido, gozado, sufrido y llorado. 

—¿Siempre alienta de esa manera?

— No. Cuando veo los partidos soy más calmado, mi esposa (Albina) es la más empeñosa. Pero este era un caso especial. Estaba contagiado del ánimo de las chicas y tenía muchas ganas de apoyar a la selección. Un Mundial es un Mundial.

—¿Las chicas le llegaron a decir “Tío Matraca”?  

— Sí. Cuando se enteraron les causaba gracia y bromeaban con ello. 

—¿Y su hija también lo llamaba  así?

—¿Cómo? ¿Papá Matraca? No, nada que ver, pero sí se reía mucho.

—¿Cuál fue la impresión de las chicas a su llegada?

— Las chicas se emocionaron mucho porque estaban dos meses sin ver a sus padres. Con mi esposa y los Delgado asumimos dicho rol. Les dimos mucho cariño.

—¿Qué sintió al estar con ellas? 

— Que son muy alegres, llenas de vida. Siempre se hacían bromas y están acostumbradas a tener una relación muy horizontal con Natalia (Málaga).

—¿Es Natalia Málaga tan drástica como se le pinta? 

— No. Es una excelente entrenadora y tiene la ventaja de que ha sido una buena jugadora. Ajusta cuando tiene que ajustar, pero fuera de los entrenamientos es una amiga más.

—¿Ha podido hablar con ella?

— Nos mantuvimos al margen de hablar cosas del juego. A Luciana, en un partido, le llamó la atención fuerte y no nos metimos.

—¿Ha sido deportista?

— De niño practiqué natación y de joven, remo. Ahora salgo a correr y voy al gimnasio.

—¿Y el fútbol?

— Nada, cero. El fútbol me desilusiona porque veo a los futbolistas convertidos en ídolos cuando un deportista debe ser perfil bajo y no figureti.

—¿Toleraría si su hija se mete con un futbolista?

— (risas) Es una decisión de ella, pero lo dudo mucho. No hablo mal de los futbolistas, seguro habrá buenas personas, pero de lo que veo no me llama la atención.

—¿Le gustaría que Perú clasifique al Mundial de Fútbol?

— Me encantaría porque colaboraría con el autoestima nacional. El fútbol no ha hecho más que mellar el autoestima nacional porque le recuerda al peruano que siempre pierde. En cambio, el vóley le recuerda que puede ganar.

—¿A qué se dedica?

— Trabajo en una empresa (Valle Alto) que importa fruta seca.

—¿Luciana puede llegar a la selección mayor?

— No me sorprendería, ya es decisión de ella seguir aceptando estos compromisos.

—¿Y usted seguirá siendo el tío matraca?

— Siempre y cuando la selección me necesite.

—La última: ¿Le han dicho que se parece a “Chemo” del Solar?

-Sí, varias amigos me han dicho eso, y me causa gracia y me río.