Según señala el American Cancer Society, hasta estos momentos, ninguna prueba de detección ha mostrado ser útil para descubrir la leucemia mieloide aguda (AML) en sus comienzos.
La AML (siglas en inglés) a menudo se desarrolla (y causa síntomas) muy rápidamente, así que la mejor manera de encontrar la AML temprano es informar de inmediato al médico sobre cualquier posible síntoma.
Se sabe que algunas personas presentan un mayor riesgo de leucemia mieloide aguda debido a que padecen ciertos trastornos sanguíneos (como síndrome mielodisplásico) o trastornos hereditarios (tal como síndrome de Down), o debido a que fueron tratadas con ciertos medicamentos de quimioterapia o radiación.
La mayoría de los médicos recomienda que a estas personas se les hagan regularmente revisiones médicas minuciosas. Por lo general, estas personas no padecen leucemia, pero tanto ellas como sus médicos deben estar familiarizados con los posibles síntomas.
Las personas con leucemia mieloide aguda con frecuencia presentan varios síntomas no específicos (generales) que pueden incluir:
- Pérdida de peso
- Cansancio
- Fiebre
- Sudoración nocturna
- Pérdida del apetito
Estos síntomas no sólo son causados por la leucemia mieloide, sino que con más frecuencia son provocados por otra afección que no es leucemia.
Asimismo, algunas personas con AML presentan dolores en los huesos o en las articulaciones causados por la acumulación de las células leucémicas en estas áreas.
Las células leucémicas se pueden acumular en el hígado y el bazo, causando que estos órganos aumenten de tamaño. Esto puede notarse como llenura o hinchazón del abdomen. Generalmente las costillas inferiores cubren estos órganos, pero cuando están agrandados es posible que el médico los pueda palpar.
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