El sexo anal es una práctica considerada en ciertas sociedades como tabú. Sin embargo, estos paradigmas se van rompiendo a medida que más personas, en especial mujeres, admiten abiertamente su preferencia por esta forma de experimentar con su sexualidad. Sin embargo, esto los lleva a experimentar otro tipo de situaciones muy poco agradables.
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Las mujeres suelen ser muy discretas en cuanto a la emisión de gases intestinales. A pesar de ello, después de una sesión intensa de sexo anal, la zona se encuentra especialmente sensible y dilatada, y basta un pequeño estornudo puede provocar la emisión de una sonora flatulencia. Aunque no está científicamente comprobado, se recomienda una ducha con agua fría para ayudar a la contracción de los músculos.
Es normal tener deseos de ir al baño después de terminado el encuentro sexual, sin embargo, si en el momento o pasado unas horas se experimentan cólicos o aflojaduras de estómago, podría tener su origen en una higiene inadecuada de la zona después del sexo. O por el uso y mezcla de diferentes sustancias (secreciones vaginales con las anales, sumadas a los lubricantes y el condón), dentro del tracto anal. Una recomendación es evitar los lubricantes aceitosos o muy líquidos, prefiriendo los de tipo gel.
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A las mujeres les toma tiempo acostumbrarse y agarrarle el gusto al sexo anal. Y a pesar de haberlo practicado y disfrutado, no siempre tienen ganas de hacerlo por ahí. Algo que muchos hombres parecen no comprender, prefiriendo concentrarse solo en esa zona y olvidando que el cuerpo de la mujer dispone de muchos otros puntos de placer, siendo el máximo de ellos el clítoris.
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