El caso de Josef Fritzl, un padre que cometió los peores vejámenes en contra de su propia hija en Austria continúa tocando las fibras más sensibles de millones de personas en el mundo. El progenitor, quien debía proteger a su hija, se convirtió en su propio verdugo, secuestrándola y privándola de su libertad durante 24 años.
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La que parecía ser un hogar feliz y normal antes los ojos de sus vecinos, resultó convertirse en la prisión de Elizabeth Fritzl, una joven de tan solo 18 años que sufrió todo tipo de abusos por parte de su padre, quien no solo la privó de su inocencia, sino de su acceso al mundo exterior.
Josef Fritzl, padre de Elizabeth, tenía todo planeado antes del secuestro de la joven, quien ya sufría los abusos de su violento padre desde los 11 años. Aunque alguna vez intentó escapar y empezar una nueva vida en Viena, el sujeto logró dar con su paradero para luego encerrar durante más de dos décadas.
Fritzl ya tenía antecedentes, pues en 1967 abusó de una joven quien posteriormente sería su esposa. Por aquel delito, Josef pasó un año y medio en la cárcel y tras salir en libertad formó una familia junto a dicha mujer.
Producto de esa unión nacieron seis niños y Elizabeth, aunque la apariencia de una familia perfecta resultaba creíble para demás personas en su vecindario, lo cierto era que el padre tenía comportamientos violentos y abusivos en contra de ellos, controlando desde muy pequeña Elizabeth, pero nadie sabía lo que estaba a punto de ocurrir.
Una tarde, cuando Elizabeth y su padre se encontraban a solas, este le pidió que la ayude con una tarea en el sótano. La joven de 18 años, quien ignoraba lo que iba a sucederle, decidió hacerle caso, sin imaginar que sería la última vez que vería la luz de sol.
Para ocultar el secuestro, Fritzl le dijo a su esposa e hijos que Elizabeth había escapado junto a una comunidad religiosa, cuartada que no fue tan creíble al inicio, pero que con el paso de los años empezó a tener credibilidad. Elizabeth, quien en realidad nunca se habían ido, vivía en una habitación de 1.70 cm de altura y de 18 metros cuadrados.
En ese lugar construido por su progenitor, quien tenía conocimientos de ingeniería y construcción, Elizabeth dio a luz a siete niños, producto de los abusos de su padre, sin embargo, la pequeña habitación no era capaz de albergar a tantas personas, motivo por el que su padre ideó otro plan: llevar a los menores a la superficie y criarlos. Para ello, le dijo a su esposa que recibió una carta de Elizabeth donde les pedía que cuiden a sus tres hijos porque en la secta religiosa no se permitían niños y así fue.
Sin embargo, no fue hasta 2008 en que Elizabeth tuvo la oportunidad de volver a ver la luz del día. La joven, quien ya era una mujer de 42 años, aprovechó que una de sus hijas enfermó para pedirle a su padre que la deje ir a verla, fue entonces que buscó la ayuda del personal del hospital a quienes finalmente les contó todo lo que sucedía bajo su vivienda. Josef Fritzl fue condenado a cadena perpetua el 19 de marzo de 2009.
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