Las historias de violencia de los talibanes hacia las mujeres son de nunca acabar y cada vez resuenan con fuerza ante el inminente despliegue de estos para tomar el control de Afganistán tras 20 años de guerra, la huida de su presidente Ashraf Ghani al extranjero y la retirada de las fuerzas internacionales.
Manizha, de 25 años, es una de las cuatro hijas de Najia, su madre que murió golpeada por un grupo de 15 hombres talibanes que por tres días consecutivos le exigían que cocine para ellos, sin embargo, no tenía como hacerlo pues era de bajos recursos.
“Mi madre les dijo: ‘Soy pobre, ¿cómo puedo cocinar para ustedes?’”, contó Manizha.“[Los talibanes] comenzaron a golpearla. Mi madre se derrumbó y la golpearon con sus armas, AK47”, relató a CNN. Al último día la joven exhortó que se detuvieran, sin embargo, solo hicieron una pausa antes de arrojar una granada a la habitación continua y huir mientras el fuego se extendía.
Es importante mencionar que, los nombres dados son ficticios para para preservar sus vidas. El ataque ocurrió el 12 de julio en la provincia de Faryab, un pequeño pueblo afgano donde en solo 10 días los talibanes capturaron decenas de capitales ante la retirada de las tropas de Estados Unidos y aliadas.
La situación de la mujer y el respeto hacia sus derechos en Afganistán tras la vuelta al poder de los talibanes es una de las mayores preocupaciones en la comunidad internacional ya que estos interpretan de manera radical la ley islámica permitiendo casos de crimines de lesa humanidad en su contra.
Esta situación significa una perdida total de los derechos que han ido adquiriendo durante los 20 años en los que se resistió la entrada de los talibanes al país. Muchas tienen miedo de perder su derecho a trabajar, estudiar e incluso de movilizarse de manera libre y en paz por la calles de su propio país.
De acuerdo a fuentes de CNN las mujeres no tuvieron tiempos para comprar una burka, prenda tradicional que llevan las mujeres en país del Estado Islámico, y así cumplir con una de las tantas reglas como estar acompañadas por un pariente masculino cuando salen de la casa.
“Hay muchas restricciones ahora. Cuando salgo, tengo que llevar la burka [el traje que impide ver completamente el cuerpo de la mujer], como me lo ordenan los talibanes, y un hombre me tiene que acompañar”, aseguró a la BBC una partera de Ishkamish, en la provincia de Takhar, en la frontera noreste de Afganistán con Tayikistán.
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