Milagros Moy cumple al pie de la letra la frase que dice: se juega como se vive. Tiene carácter, humor, chispa, dentro y fuera de la cancha. Por su trayectoria, ella es voz autorizada para hablar del vóley. Y sin pelos en la lengua. Una charla reveladora.
-¿Extrañas jugar la Liga?
-Sí, es difícil estar todo el tiempo en casa por la cuarentena.
-¿Cómo quedó el tema con el Sport Real, tu actual equipo?
-La presidenta se fue. Estamos viendo qué solución nos dan ahora, lo único que queda es la vía judicial.
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-¿Vas a seguir en ese equipo?
-Pensé en irme, sobre todo porque este año me iba a retirar. Después pensé y dije: “Qué fea manera de retirarme”, con una pandemia de por medio, ni siquiera se terminó la Liga.
-¿Has pensado ser entrenadora?
-No, es algo que no disfruto. Un tiempo tuve academias, pero era estresante, no es algo que lo haga con pasión.
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-Jugaste muchos años en la selección. ¿Cómo te llevaste con Natalia Málaga?
-Muy bien, nos hemos reído mucho, ella es muy bromista igual que yo.
-¿También te ha carajeado?
-Si, claro, en algún momento levantaba la voz y gritaba, pero ya conocemos a Natalia cómo es.
-¿Alguna anécdota?
-Una vez nos dieron una camiseta que atrás no tenía los apellidos (por reglamento tenía que tener el apellido). Así que nos dieron unas telitas con los nombres para coser. Yo había cosido, no podía meter la cabeza. Natalia me dijo: ¡Eres unas estúpida, cómo vas a coser así, trae para acá, carajo! Empezó a coser rápido que la letra se caía. Ja, ja.
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-¿Y con Leyla Chihuán?
-También me he llevado bien con ella. Hemos coincidido en el extranjero, ambas jugamos en España, en el mismo club, vivíamos en el mismo departamento, también nos reíamos mucho.
-Dicen que te decía la salvaje del vóley...
-Ja, ja... Siempre me ha dicho así porque jugaba a veces lesionada.
-¿Qué entrenador te marcó?
-Man Bok Park. En un principio no entendía por qué era muy estricto, después supe que quería lo mejor para mí.
-¿Alguna anécdota?
-No dejaba que nos pintemos las uñas, no le gustaba que tengamos las uñas largas, nos revisaba siempre las manos. Era estricto con el horario, si llegabas tarde te castigaba o te hacía hacer planchas. También nos controlaba la hora de dormir.
-¿Y los enamorados?
-Ningún enamorado se podía acercar al Olivar, los espantaba, todos esperaban como a tres cuadras, pero cerca no porque le tenían miedo a Man Bok.
-¿Y cómo era en los entrenamientos?
-Exigente. Me acuerdo que cuando atacaba, siempre tenía un defecto que me iba al costado, él quería corregirme eso. Trajo un coche lleno de pelotas y me empezó a tirar, pero no me ponía recta, entonces se desesperó y con la pelota me empezó a dar en la frente. Me puse a llorar.
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-¿Y luego?
-Después de un rato me llamó, como que le dio pena, y me dijo “por qué tú llorando, lo hago porque quiero que mejores”.
-¿También las engreía?
-Sí, nos llevaba a comer. A Man Bok lo veíamos como un padre.
-¿Y qué tal en el amor?
-Estoy enamorada, tengo dos años y cuatro meses con mi pareja. Él también es voleibolista, pero ya no juega.
-¿Planeas casarte?
-Sí, tengo planes de casarme, lo hemos hablado. Y me encantaría tener un hijo.
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-¿Alguna vez te ha afanado algún futbolista?
-No, pero sí tengo amigos en el fútbol, como Balán, Martín Hidalgo, Puchungo, el Conejo Rebosio, Percy Olivares, son buenos amigos.
-Tu otra pasión es la cocina.
-Hago de todo, pero por ahora más postres. Estoy creando mi página en Facebook e Instagram, ya tengo mi logo y todo, y por el momento voy a empezar con pastelería.
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-¿Qué postre te sale mejor?
-Tres leches es muy pedido, también los suspiros a la limeña, turrón, torta de chocolate, alfajores, crema volteada.
-¿Te dedicarás a la cocina cuando te retires?
-Sí, aunque no descarto también ser asistente de algún equipo, aunque aún no me han propuesto, pero lo pensaría.