Sebastian Vettel se hace cada vez más grande. El alemán se proclamó campeón del mundo de Fórmula 1 por cuarta vez consecutiva, con una nueva carrera memorable que dejó a su más cercano competidor, el español Fernando Alonso, sin opciones de poner en peligro la consecución del título para el piloto de Red Bull y acabó undécimo.Bajo una suave neblina del circuito, Vettel se convirtió en el piloto más joven en conquistar cuatro títulos consecutivos, compartiendo campeonato con Red Bull en constructores, por delante de Mercedes, que arrebó el segundo puesto a Ferrari.La carrera no pudo empezar peor para Alonso que arrancó bien desde su octava posición, pero un toque de Mark Webber, que había sido desestabilizado previamente por Kimi Raikkonen, arruinó el alerón del español, relegado a la décima plaza y obligado a entrar en boxes para cambiar al completo el morro de su 'cavalino rampante'.Sebastian Vettel, también se vio atrapado por un lío de paradas en pits que se vivió durante toda la carrera. El sinfín de estrategías diferentes convirtió la carrera en un puzzle, mientras Red Bull mandaba sin problemas con Mark Webber y Vettel rodando en las primeras posiciones.Tras su primera parada en Pits, Sebastian inició la remontada a sus rivales hasta ponerse a la altura de su compañero, al que adelantó cuando éste entró en boxes. Afianzado en la primera posición, el campeón del mundo navegó en solitario y cómodamente hacía un nuevo título. La mala suerte, sin embargo, volvió a cebarse con Webber, que tuvo que abandonar a veinte vueltas del final por problemas en el alternador.Sin el australiano en pista, la lucha por el podio la protagonizaron Raikkonen, Rosberg, Hamilton y Massa. El brasileño, junto a Alonso, luchaba por mantener el segundo puesto de Ferrari en la clasificación de constructores, pero Mercedes acabó adelantando y llevándose el subcampeonato.El podio, finalmente, fue para Rosberg y Grosjean, que aguantó 45 vueltas sin cambiar los neumáticos. Y, al margen de toda lucha, Vettel disfrutó plácidamente de su paso por línea de meta y de la bandera de cuadros que le vuelve a colocar la corona de campeón del mundo. Un nuevo éxito del impasible germano y de la escudería austríaca, dueños absolutos, un año más, de la Fórmula 1.
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