
Lo que debía ser un trayecto tranquilo hacia Lima se convirtió en una pesadilla para un ciudadano quechuahablante de 71 años. El adulto mayor fue obligado a descender de un bus interprovincial en plena carretera de Ayacucho por chacchar hoja de coca, una práctica ancestral reconocida como patrimonio cultural inmaterial del Perú.

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El hecho ocurrió el 28 de febrero de 2024, cuando el pasajero viajaba en una unidad de la empresa Espinoza por la vía Libertadores. Según la investigación, el terramozo Brechman Choque lo increpó por consumir coca y, minutos después, el chofer Luis Pareja detuvo la unidad para hacerlo bajar bajo la lluvia y en plena oscuridad. Parte de su equipaje quedó retenido en el bus, lo que aumentó su vulnerabilidad.
El anciano permaneció abandonado varias horas en la vía, expuesto al frío y sin resguardo, hasta que vecinos y personal municipal lo auxiliaron al amanecer. El Ministerio Público sostiene que este acto constituyó una grave violación a sus derechos humanos y lo expuso innecesariamente al peligro.
La Segunda Fiscalía Penal Supraprovincial Especializada en Derechos Humanos e Interculturalidad de Ayacucho, dirigida por la fiscal Karenn Diana Obregón, consiguió que el caso pase a juicio oral. Los trabajadores de la empresa enfrentarán cargos por discriminación y exposición al peligro de persona dependiente.
“Este acto constituyó una exclusión discriminatoria motivada por su identidad cultural y una grave exposición al peligro, ya que los imputados tenían la obligación de garantizar su traslado seguro”, señaló la Fiscalía en un comunicado oficial. El caso marca un precedente clave en la protección de adultos mayores y en la defensa de la interculturalidad en el país.
El episodio ha reabierto el debate sobre el estigma de la hoja de coca, pese a su carácter cultural y espiritual. Desde épocas preincaicas, la coca fue considerada sagrada en los Andes, utilizada para aliviar dolores, mitigar el hambre y resistir las duras jornadas en altura.
Crónicas coloniales relatan que incluso el Inca Huayna Cápac regalaba bolsas de coca a sus servidores más fieles. Sin embargo, con la llegada de los europeos, la práctica fue demonizada como un “vicio indígena”, quedando marginada a diferencia de productos como el tabaco, el cacao o el café.

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En la actualidad, comunidades andinas continúan defendiendo la práctica del chacchado como parte de su identidad cultural, mientras que organismos internacionales mantienen restricciones debido a su asociación con la cocaína. Investigaciones como la de Harvard en 1975 demostraron su riqueza nutricional, pero el reconocimiento global sigue limitado.
Expertos en políticas de drogas, como Pien Metaal del Transnational Institute, insisten en que los beneficios medicinales de la hoja fueron invisibilizados por prejuicios. Diversas voces en Sudamérica reclaman su despenalización, recordando que para millones de personas no es una droga, sino un símbolo de resistencia y pertenencia cultural.
El proceso judicial en Ayacucho no solo busca justicia para un anciano humillado y puesto en riesgo, sino también abrir una discusión urgente: la necesidad de respetar y proteger las prácticas culturales que forman parte de la identidad peruana.
Redactora en la sección de actualidad y mundo del diario El Popular. Bachiller en Periodismo por la Universidad Jaime Bausate y Meza, con sólida experiencia en redacción web y creación de contenido digital. Apasionada por los medios, las redes sociales y la locución, especializada en la cobertura de noticias del espectáculo, actualidad nacional e internacional.