Francisco Bolognesi: Conoce la historia detrás de la célebre frase “Pelearemos hasta quemar el último cartucho”

Revive la respuesta del coronel Francisco Bolognesi al mayor Juan José de la Cruz Salvo, parlamentario del ejército chileno, ante la propuesta de rendición en la Batalla de Arica.

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Las últimas palabras del héroe nacional Francisco Bolognesi en la Batalla de Arica han quedado en la mente de todos los peruanos por siglos y es que la célebre respuesta del coronel y los jefes de la escuadra peruana al declinar la propuesta de rendición de las fuerzas chilenas demostraron la valentía y patriotismo de miles de soldados peruanos.

"Pelearemos hasta quemar el último cartucho", fueron las palabras del coronel Francisco Bolognesi y el mayor Juan José de la Cruz Salvo, parlamentario del ejército chileno, quien le preguntó sobre la rendición de Perú en la Batalla de Arica perpetrada hace 140 años.

A través de la historia, la narración de este histórico hecho se realizó por un historiador chileno Benjamín Vicuña Mackenna, quien relata la conversación que tuvieron ambas autoridades para culminar en esa célebre respuesta.

A continuación, el diálogo entre el emisario chileno y el coronel Francisco Bolognesi narrado por Benjamín Vicuña Mackenna.

<—Lo oigo a usted, señor, dijo Bolognesi, con voz completamente tranquila.

—Señor, contestó Salvo. El general en jefe del ejército de Chile, deseoso de evitar un derramamiento de sangre, después de haber vencido en Tacna al grueso del ejército aliado, me envía a pedir la rendición de esta plaza, cuyos recursos en hombres, víveres y municiones conocemos.

—Tengo deberes sagrados, repuso el gobernante de la plaza, y los cumpliré quemando el último cartucho.

—Entonces está cumplida mi misión, dijo el parlamentario, levantándose.

— Lo que he dicho a usted, repuso con calma el anciano, es mi opinión personal; pero debo consultar a los jefes, y a las dos de la tarde mandaré mi respuesta al cuartel general chileno.

El coronel Bolognesi, como Lavalle y como García Calderón, quería ganar tiempo. Pero el mayor Salvo, más previsor que nuestros diplomáticos, le replicó en el acto: —No, señor comandante general. Esa demora está prevista (no lo estaba), porque en la situación en que respectivamente nos hallamos, una hora puede decidir de la suerte de la plaza. Me retiro.

—Dígnese usted aguardar un instante, replicó el gobernador de la plaza, Voy a hacer la consulta aquí mismo, en presencia de usted. Y agitando una campanilla llamó un ayudante al que impartió orden de conducir inmediatamente a consejo a todos los jefes.

Mientras estos llegaban conversaron los dos militares sobre asuntos generales; pero el jefe sitiado insistió sobre regularizar la guerra, lo que pareció traicionar cierta ansiedad por su vida y la de los suyos: más no se llegó a una discusión formal, porque con dilación de pocos minutos comenzaron a entrar todos los jefes a la sala. El primero de ellos fue Moore, vestido de paisano, con corbata blanca de marino; en seguida Alfonso Ugarte, cuya humilde figura hacía contraste con el brillo de sus arreos; el modesto y honrado Inclán, el viejo Arias, los coroneles Varela y Bustamante, los comandantes O' Donovan, Zavala, Saenz Peña, los tres Cornejo y varios más.

Cuando estuvieron todos sentados, en pocas y dignas palabras el gobernador de la plaza reprodujo en sustancia su conversación con el emisario chileno, y al llegar a la respuesta que había dado a la intimación, se levantó tranquilamente Moore y dijo: —Esa también es mi opinión.

Siguieron los demás en el mismo orden, por el de su graduación y entonces, dejando a su vez su asiento el mayor Salvo, volvió a repetir: —Señores, mi misión está concluida... Lo siento mucho... Y luego, alargando la mano a algunos jefes que le tendían la suya cordialmente, fue diciéndoles sin sarcasmo pero con acentuación: —Hasta luego...>>

Fuente bibliográfica: "Historia de la campaña de Tacna y Arica" (1881), Benjamín Vicuña Mackenna. Libro de la biblioteca del INEHPA.

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