Checho Ibarra: "Dios me dio una nueva oportunidad"

Rocío González Prada, esposa del checho ibarra, cuenta cómo tras una ardua lucha venció al cáncer.

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El Checho Ibarra y su esposa Rocío González
El Checho Ibarra y su esposa Rocío González

Carlos Lara Porras

Vivir para contarlo. Hace dos años, Sergio Ibarra vivió un momento difícil por el delicado estado de salud de esposa, Rocío González Prada, quien fue diagnosticada de un tumor en el riñón que lo pudo vencer para seguir al lado de su amado Checho y de su familia.

—Señora Rocío, Dios le dio una nueva oportunidad.

−Sí y eso nos hace muy felices, seguimos juntos. Dios siempre nos bendice. Son pruebas y estamos saliendo de esto. Esto nos hace ver las cosas de otra manera.

—¿Cómo se encuentra?

−Ya mucho mejor. Gracias Dios con la ayuda de Sergio conocimos a personas que fueron como ángeles para mí, los doctores de Neoplásicas, que me ayudaron. Estoy viva y viendo la vida de otra manera y feliz.

PROMESA DE MADRE

—¿Qué pensó cuando ingresaba al quirófano?

−Le hice una promesa a mi hijo Facundo, quien desea ser futbolista como su padre. Le dije que si me quedaba en esta vida lo iba ayudar para que cumpla su sueño. Eso me mantuvo viva (se le quiebra la voz).

—Facundo va tras la huella de su papá.

−Sí, tiene 16 años, juega de “9”, es zurdo y está en la selección de Surco con el profesor “Venado” Aguirre.  

—A su lado tiene a un gran hombre como es el Checho.

−Es un gran hombre, aunque ahora que es entrenador se ha vuelto renegón. Vivo enamorada de él desde que lo conocí. Siempre será el amor de mi vida.

—Lo admirable de ustedes es que tienen más de dos décadas de casados.

−El 8 de enero cumplimos 24 años de casados. En el matrimonio no es todo felicidad. Se construye a base de respeto, diálogo, el comportamiento y respeto mutuo.

HINCHA DE SU ESPOSA

—Checho, siguen juntos, tras pasar duros momentos.

−Sí, mi esposa sobrevivió a  un cáncer que la atacó muy fuerte, pero ya está bien. Tiene que hacerse los controles cada cinco meses. Hay que afrontar eso y ser muy fuertes.

—Es una mujer de hierro.

−Es admirable su fortaleza, si me hubiera pasado a mí, ya no estaría acá. Su fortaleza contagia, siempre fue fuerte. Cuando le tocó combatir el cáncer, peleó y ganó esa lucha. Es un ejemplo para nosotros.

—¿La llevarás a Cusco cuando viajes para trabajar con Cienciano?

−Esa es la idea, aunque ella quiere quedarse para estar con Facundo que este año acaba el colegio. Sino la llevaré algunos fines de semana para visitar el santuario del Señor de Huanca, donde el sacerdote le tiene gran estima.

SUEÑA CON LA SELECCIÓN

—Se te ve canoso ahora que eres entrenador de Cienciano.

−Es que soy muy obsesivo con mi trabajo, renegón porque nunca estoy conforme. Duermo poco, me acuesto a la 1:00 am y me levanto a la 5:00 am pensando en el equipo.

—¿Cómo manejas la disciplina?

−La disciplina y la actitud no las negocio y quienes no tienen eso no pueden estar en mi equipo. Los borrachos, juergueros, que no descansan bien, que no tienen compromiso, no juegan conmigo. 

—¿Qué harías si un jugador como Cueva se te rebelaba por ir al banco?

−No lo hago jugar. Así sea Messi, Neymar o Cristiano el equipo tiene que estar por encima del jugador. Conozco a Cueva, es mi amigo y lo bueno es que pidió disculpas, actuó así por una calentura.

—Ahora como técnico, ¿cuál es tu sueño?

−En la vida hay que aspirar a lo mejor. Recién empiezo, tengo que aprender mucho. Mi sueño es llevar a Primera a Cienciano y trabajar duro para llegar a la selección. Voy a luchar para eso. Sería como una forma de retribuir al Perú que me acogió y me dio una hermosa familia. 

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