Asesinos de mascotas

El Ñaño es un justiciero. Siempre se pone del lado de los buenos. Muchas veces se ha bajado de su taxi para defender a personas que son agredidas o asaltadas en la calle. Bueno, cuando lo oyen gritar desde el volante, no le hacen caso. Pero, cuando baja de su autito chino y ven su metro noventa, impone respeto fácilmente. Por eso, lo apreciamos. Gente como él va quedando cada día menos.

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El Ñaño es un justiciero. Siempre se pone del lado de los buenos. Muchas veces se ha bajado de su taxi para defender a personas que son agredidas o asaltadas en la calle. Bueno, cuando lo oyen gritar desde el volante, no le hacen caso. Pero, cuando baja de su autito chino y ven su metro noventa, impone respeto fácilmente. Por eso, lo apreciamos. Gente como él va quedando cada día menos.

Pero también defiende animalitos. Como vive solo con su mamá, su casa está llena de perros, gatos, pericos y otros animales que recoge enfermos en las calles, los sana y luego les busca un hogar que quiera adoptarlos. Se gasta su plata en eso. Quizás, los siente como los hijos que aún no tiene.

A veces, también, combina ese amor con su afán por investigar. Ayer, por ejemplo, se pasó dando vueltas por San Martín de Porres, haciendo preguntas. Quería saber quién estuvo detrás de ese atroz hecho de haber quemado vivos a siete perritos.

“Tengo algunos datos, me estoy acercando a la verdad. Y cuando tenga a los responsables, te juro que sabrán quién soy yo”, me dijo. 

Entonces, le pido que tome las cosas con calma. Que no puede hacer justicia con sus propias manos. “Tranquilo, Luchito, sabes que soy hombre de paz. No les pondría un dedo. Pero sí me van a escuchar y los voy a llevar yo mismo a la comisaría. Porque quien mata a un perro, puede matar a una persona”, asegura con serenidad.

Le explico que las leyes son muy benévolas contra quienes quitan la vida de manera salvaje a una mascota. Nadie va a la cárcel por eso. “Mira, Luchito, tener una mascota es una responsabilidad. Y si ya no las quieres en tu casa, hay modos de asegurarse que vayan a algún lugar donde se les trate bien. Es lo mínimo que se puede hacer. Nada justifica que los quemaran vivos”, exclama.

Le pido que no se moleste conmigo, que yo estoy de acuerdo con él. Además, le comento que en la radio escuché al veterinario Rodrigo Rondón, quien explicó que habría sido un ritual que algunos realizan para atraer la buena suerte.

“Algo de eso he escuchado. Hay necios que creen que sacrificar animales los revitaliza o les genera mejor suerte. Pero eso es satánico. Tarde o temprano, las malas vibras de haber causado esas muertes inocentes les pasará factura”, me dice el Ñaño. Más o menos lo mismo, dijo Rondón. 

El responsable de esas muertes aprovechó la bulla de la medianoche de Año Nuevo, la basura dejada por los alcaldes salientes para perpetrar su crimen. Si no los atrapan, ojalá no duerman en paz.

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