Al maestro con cariño

Todo el mundo habla del “Loco”  Vargas. Todos tejen teorías sobre lo que dirá Tilsa en el programa grabado y lo que pasará después en la vida del jugador. Los más osados, auguran un tiempo de cárcel para la modelo por revelar lo que nunca debió salir de la intimidad de ese romance. Los más entusiastas, dicen que ella puede contar su vida y que no se queje después quien haya sido parte de algún capítulo amoroso de la ex Miss “Colita”.

“A ver, ¿por qué no se picaron cuando la Brambilla echó en cancha al ‘Puma’ Rodríguez? ¿Por qué no dijeron nada cuando Ruth Thalía confesó que recibió dinero por entregar su cuerpo delante de su novio? Claro, esos que se quedaron callados, fueron los que luego se horrorizaron con su muerte”,  me dice una señora de mucho peso.

No le dije nada porque mi pensamiento estaba puesto en desearle una pronta recuperación al maestro Óscar Avilés. Mientras hacía unas carreritas con el taxi, escuché por la radio que había sido internado de emergencia. El hombre está en la víspera de los 90 años y cualquier achaque lo pone mal. Es una gloria viviente de nuestra música.

Recuerdo que mi viejo contaba sobre Los Morochucos, un trío que él escuchaba en sus años mozos.  Ahí, el maestro Avilés empezó a ganarse al fama de excelente guitarrista y el país empezó a querer su voz de jarana.

Mi viejo tenía unos LPs que solía escuchar en un tocadiscos.  Le ponía una moneda sobre  la aguja y listo. Si la nostalgia tiene un sonido, debe ser como el que emitían los parlantes de ese espectacular artefacto. Anita o El huerto de mi amada sonaban inolvidables desde la voz de Los Morochucos.

Avilés decía en una entrevista reciente que su único sueño es que los peruanos amen a su patria, que la sientan desde el corazón y que todo lo que hagan,  sea pensando en engrandecer esta tierra que nos vio nacer. A él se le cree lo que dice. Y su ejemplo es reconocido por el mundo entero.

No es casualidad, entonces, que la OEA lo haya declarado Patrimonio Artístico de América. Es memorable la actuación del maestro Avilés junto al recordado y muy querido “Zambo” Cavero, cantando ante los representantes latinoamericanos ese gran tema Y se llama Perú.

¿Quién no ha vibrado, sano  o en copas, con esta canción? Pero nadie como el dúo Avilés-Cavero para interpretarlo. Se te erizaba la piel de solo escucharlos. Por ello, los jugadores de la selección lo eligieron como un símbolo de esperanza en las Eliminatorias. Lástima que lo llevaron en los últimos partidos, cuando ya poco se podía hacer. El Perú debe rendirle un homenaje. Claro que sí.